viernes, 11 de enero de 2013

Antes que nada, me disculpo por mi irresponsabilidad; ya sé que tarde considerablemente demasiado tiempo en subir. Pero todo tiene un porqué.
No, no me tenía sin cuidado, tampoco me faltó tiempo o ganas, la escuela no me distrajo, y tampoco se me ha olvidado que tenía esta historia.

Explicartlo no sé si sea conveniente; creo que a ustedes no les debe importar nada de lo que me pase y tal, ¿no?... bueno, la verdad es que ya no me encuentro. En verdad, todo lo que tenía se me fue tan rápido como un parpadeo, tan pronto que ni siquiera era consciente de ello; se fue junto a mi inspiración.
Y sé que por los días faltantes he perdido lectores, o el interés en leer lo que escribo (o intento escribir).
Empezó desde recursar cuatro materias, hasta tener los peores problemas con mi papá. Me privó de mi mamá y cosas de ese tipo. Me hicieron sentir confundida e impotente; pero eso ya no me importa más.

Quiero disculparme, porque sinceramente no me encuentro con las suficientes fuerzas de seguir escribiendo. Lo siento, en verdad sé que no es muy buena, sé que quizá no les estaba gustando y cosas así. Pero tampoco estaba en mis planes dejarla.

También agradecerles por su apoyo, a las que me siguieron desde el principio hasta aquí. Agradecerles con palabras no es ni la décima parte de la felicidad que siento. Las adoro, y si pudiera, iría a darles un abrazo de agradecimiento a todas. 


"Regla de oro: dejar una imagen incompleta de ti mismo". -Emil cioran

viernes, 4 de enero de 2013

Nuestro secreto

Bill se acercó a Tom, haciendo que se pusiera nervioso y comenzara a temblar levemente; pero Bill no iba con la intención de volver a hacerle daño. Se sentó en sus talones y se quitó las lágrimas, tratando de mirarlo de forma normal, aunque ya no podía, se sentía tan mal consigo mismo.
- Tom… ¿te lastimé?- preguntó lo que era obvio para de rastas, pero no dijo una sola palabra, tan solo lo miró a los ojos. -¿Te duele?- el rubio se lamió los labios, mirando de alguna forma el dolor de su hermano. Nunca podría estar fingiendo esas lágrimas.
- Ya no.- intentó sonreír, pero simplemente no se sentía cómodo con el menor enfrente. –No llores más.- el labio inferior de Bill comenzó a temblar, y se lo mordió para que no lo hicieran más; sus cejas estaban fruncidas causa de la fuerza que causaba al intentar no llorar más. Y Tom lo miraba con seriedad, analizando cada arruguita de su cara, cada pequeña lágrima que le caía por las mejillas y cada suspiro acompañado con un saltito cuando emitía agudos sollozos.
- ¿Te violé, verdad?- Tom ladeó la cabeza, confundido, ni siquiera sabía que su hermano era consciente de lo que había hecho, o al menos, que sabía el significado correcto de una violación.
- Ya basta, Bill… está bien, ¿sí?, no le diré a nuestros padres. Tranquilo.- Bill no alcanzaba a comprender por qué su hermano le cubría de esa forma cuando lo había lastimado a pesar de que le gritó y suplicó que no lo hiciera más. –Ven.- Bill se acercó a él y Tom le tomó las mejillas. –No te preocupes, no estoy enfadado.
- ¿Por qué no vas a decirles?
- Podrían matarte y, aún así no quiero que se enteren y me lleven a revisiones y esas cosas.
Bill se quedó en silencio, arañando levemente la cutícula de su pulgar, ansioso, sin dejar de mirar a su hermano con arrepentimiento; mientras el mayor mantenía la mirada lejos de la del menor, pues no quería mantener mucho contacto visual; simplemente no le gustaba que le vieran mal, no le gustaría que supieran que esto le asustaba más de lo que debería.

- ¿Qué tienes?- la madre le acarició su largo cabello que se despintaba lentamente, hasta verse los primeros cabellos rubios.
- N-nada.
- Te ves muy triste, mi amor, ¿algo te incomoda?- el menor negó.
- Quiero ir a la escuela, quiero ser igual que Tom.
- Pero es que no puedes, Bill, tienes que ir a las capacitaciones.
- Ya sé que estoy enfermo, mamá, pero puedo…
- No estás enfermo, ¿sí?- le silenció.
- Bueno, sé que no recuerdo nada, ¿no puedo ir a la escuela sólo por eso?
- No, Billy, no es por eso, es que tu capacidad de aprender es distinta.- las cejas de Bill se arrugaron. –Pero puedes acompañarme en unos minutos a recogerlo, ¿quieres?
- Bueno.- y sonrió. La madre salió de ahí, dejando a Bill solo para que pudiera quitarse el pijama y acompañarle a por su hermano.
Él se levantó de la cama y tomó ropa del armario; una playera blanca y unos pantalones grises. Caminó al baño y cerró con el pestillo; se quitó la ropa y abrió la regadera, girando las llaves, templando el agua. Antes de entrar, abrió las puertitas de madera y sacó un par de toallas; después se miró al espejo, retrocediendo un poco para verse completo; sintió algo de repulsión, más que eso, decepción. Las lágrimas le brotaron por los ojos, y los cubrió con sus manos, para no ver más su cuerpo desnudo frente al espejo; entró y su cabello se empapó al tiro, haciendo que sus lágrimas se combinaran con el agua que le caía.
Cepilló su cabello al salir y se lo amarró en una coleta pequeña, después bajó las escaleras, en donde su madre lo esperaba tranquilamente; al mirarlo, sólo sonrió y se levantó del sofá para salir por la puerta. En el camino no dijeron una sola palabra, tan sólo escuchaban la música que provenía de la radio; la madre se estacionó y esperaron a que Tom saliera con sus amigos, como lo hacía siempre desde que inició el curso. Ahí llegaba, sólo con (tu nombre) y Gustav.
- Mamá, ¿podemos ir a comer a lo de (tu nombre)?- preguntó Tom. De alguna forma su voz estaba más apagada que antes, pero como odiaba que le vieran decaído, no dejaba de hacer las cosas que solía hacer siempre, aunque su mente nunca estuviera ahí realmente.
- Claro que sí.- la madre sonrió, y Tom, miró a su hermano menor.
- Venga, baja del auto, nos vamos.
- ¿Yo?- el de rastas asintió. -¿Por qué yo?
- Pues porque te han invitado también, ¿no quieres venir?- se quedó callado, mirando a los ojos de sus dos amigos y su hermano.
- Bueno, ¡sí!- sonrió ampliamente y bajó del auto. -¡Adiós, Simone!- aunque la madre detestara que su hijo le llamara por su nombre, se había acostumbrado un poco, y ya no le molestaba demasiado, o al menos, no lo demostraba.


Habían terminado de comer, y (tu nombre) le tomó la mano a Bill para que subieran a su recámara para platicar. Todo había sido un plan entre Tom y ella, pues ambos se preocupaban por él. Dejó que Bill se sentara en la cama, siendo presa de su mirada analizadora y sus labios algo temblantes; Bill la miraba con los labios entreabiertos y los ojos impacientes porque una palabra saliera de sus labios, pero de alguna forma, (tu nombre) tenía planeado no hablar, si algo le habían enseñado sus visitas a los consultorios psicológicos, era que nunca debías presionar al paciente, en este caso, Bill.
- Emm…- emitió con voz ronca, pero ella no desistió, y siguió guardando silencio. Bill comenzó a desesperarse, y su índice viajó a la cutícula de su pulgar, rasguñando hasta sacar pequeños pedacitos de piel. (Tu nombre) ni se inmutó. –Vale… ¿qué…?- calló sus palabras, al ver que ella lo miraba atenta.
El ambiente estaba lleno de incomodidad y el pecho de Bill sufría de convulsiones. De pronto se sintió claustrofóbico, y ella se preocupó un poco, pero quiso seguir en silencio; los ojos del pelinegro se empaparon de pequeñas lágrimas y se tomó los labios, acariciándoselos con delicadeza.
- Lastimé a Tom.- ella suspiró, agradecida con por sus palabras.
- ¿Por qué?- él negó, bajando la mirada, escondiendo sus ojos con sus manos.
- Él dice que no me preocupe… pero… no puedo.
- ¿Qué le hiciste? ¿Le golpeaste o algo así?- Bill cubrió sus labios, evitando que los sollozos se escucharan tan fuertes; la miró a los ojos, pero su mirada, como si pesara, cayó al suelo. –Si no quieres decirme, está bien, no te exijas tanto.- él asintió.
- Perdón, perdón…- se limpió las lágrimas y fingió una sonrisa.
- No pidas disculpas por llorar, Bill.- bajó la mirada de nuevo.
Ambos estaban tan cerca. Ninguno de los dos lo predijo, ni siquiera estaban tan conscientes. Sus labios se unieron después de lo que a ella le pareció una eternidad. Le tomó la mejilla húmeda por sus lágrimas, y se apegó más al beso, abriendo los labios levemente, para que tuvieran más cavidad los delicados labios de su novio desconocido. Bill no se separaba, sentía distinto a cuando besó a su hermano; distinto y más tierno que con Tom; pero tuvo que separarse al sentirse como una basura por besarla sin siquiera conocerla bien. Por su cabeza le pasaron insultos hacia su propia persona, tales como que era un pervertido, y cosas parecidas; abrió los ojos y con miedo se separó de ella, lentamente, sintiendo el último toque de sus labios con los de ella.
- No… ¡NO!- se tomó la frente, desesperado, y ella se sintió culpable por hacerlo.
- Bill, discúlpame, ¿sí?- él negó.
- No puedo, (tu nombre), hice algo… algo muy malo…
- ¿Qué hiciste, Bill?
- No quiero decírtelo… no puedo, yo… quiero volver a casa…- comenzó a llorar, pero esta vez lo había hecho de desesperación.
- Bien, bien, tranquilo, ¿sí?, le llamamos a tu hermano, ven.- le tomó la mano, a lo que Bill la aceptó sin más y caminaron a la planta baja. –Tom.- el mayor miró a su hermano llorar, y se quedó confundido, sospechaba que quizá le había confesado lo que le había hecho, pero no lo quería hacerlo un hecho.
- ¿Qué pasa?
- Tu hermano quiere regresar a casa.
- ¡No somos hermanos!- gritó Bill. Y Tom, desde sus entrañas deseó que así fuera, pues le quitaría un poco la gravedad de la violación.
- ¿Quieres regresar a casa tan pronto?- preguntó.
- Sólo quiero irme de aquí… quiero irme…
- No, lo siento. Esta vez no, Bill.
- ¡por favor, por favor!
- No, Bill, nos quedaremos.- (tu nombre) le tomó de la mano, encaminándolo a la cocina con lentitud. Ahí dentro estaba la madre de (tu nombre) quien, preocupada, miró a Bill.
- ¿Qué le pasa, linda? ¿Se siente enfermo?- ella negó.
- Está algo aturdido, sólo le daré un vaso con agua fría.- la madre asintió y salió de ahí, quería dejarlos solos, sabía que para su hija era importante estar con él como lo hacían antes.
- Quiero irme…quiero irme...quiero irme…- musitaba mientras (tu nombre) regresaba con el vaso hasta donde se encontraba.
- ¿Quieres tranquilizarte un poco?, toma esto.- Bill asintió y se llevó a los labios el vaso, bebiendo todo en dos tragos grandes. –Respira hondo y sácalo.- lo hizo, mirándola a los ojos. –Otra vez.- volvió a hacerlo, abriendo un poco los labios. –Bien, ¿estás mejor?
- Ajám…
- Bueno, entonces dime ¿aún quieres irte a casa?- él negó.
- Quiero estar aquí, pero…
- Entonces nos quedamos, ¿sí?- asintió.
El resto del día lo pasaron mirando películas hasta que Simone llegó a por ellos y tuvieron que irse. Bill y (tu nombre) se verían al siguiente día, pues ella quería hablar de nuevo, por no decir que también quería pasar más tiempo a solas con él, pues lo que sentía aún seguía siento tan fuerte que no quería darse por vencida tan pronto.


Ahora estaba acostado en la cama, cubierto con las cobijas de seda blancas; estaba pensativo, mirando al techo, algo inquieto por lo que había pasado. De pronto todo lo que hacía le parecía malo, no quería terminar siendo odiado por todos. Tom entró a la recámara y se impresionó al ver que su hermano seguía despierto, pues hacían un par de horas que había dicho que se iría a dormir. Ni siquiera tomó la cena.
- Bill, ¿qué haces?- el menor levantó la mirada hacia su hermano y negó lentamente.
- Pienso.- Se acercó a él, sentándose a los pies de la cama, sin perderse los movimientos de su hermano.
- ¿En qué?
- En ti… y (tu nombre).
- ¿Pasa algo con ella?- él asintió.
- Nos besamos.- Tom abrió los ojos con sorpresa. No se esperaba algo como eso.
- ¿Enserio?
. Ujum…  pero me separé.
- ¿Por qué?
- Porque te hice daño… y tal vez se lo haga a ella también…
- No digas esas cosas, Bill.
- Quiero irme lejos de aquí… ya no quiero vivir en esta casa…
- Oh, venga, no te pongas así.
- Sólo sé hacer daño… le tengo que decir a tus papás, Tom.
- ¡No puedes!... si le dices yo… no, no, por favor… no les digas.
- No puedo dejarlo así, Tom, ¿entiendes lo que te he hecho?...- Tom bajó la mirada, queriéndole ser indiferente a las imágenes que se pasaban por su mente.
- Eso ya no me importa, de verdad.- mintió.
- Te lastime mucho, y tú me gritaste que ya no lo hiciera… y seguí.
- No parecías estar muy consciente.
- Pues… no lo sé, sólo debo decirles… creo que es o correcto.
- Nos mataran.
- ¿Por qué?
- Porque somos hermanos, Bill, hiciste un acto incestuoso… - el menor no lo comprendió mucho, pero no quiso saber siquiera qué significaba esa última palabra.
- No puedo perdonármelo, Tom… no puedo…- comenzó a llorar nuevamente, y Tom se acercó a él, manteniéndolo en sus brazos, tratando de secar sus lágrimas.
- Yo ya te he perdonado… yo sí te perdono.
- No es verdad, ¿cómo puedes perdonar a alguien que te viola?
- Pero eres mi hermano, ¿sí?, te quiero y no quiero que nada malo nos pase por eso. Guardémoslo como nuestro secreto, ¿qué te parece?
- No.
- Venga, por favor.- los ojos del menor se conectaron con los del mayor, y una sonrisa apareció en sus labios, haciendo que Bill bajara la mirada, sin poder contestar a la sonrisa. –Ya no me importa, ya pasó, volvamos a empezar.
- No puedo…
- Sí que puedes. Dale, ¿sí?
- ¿Y qué para contigo?
- Nada, por suerte.- Bill sonrió y abrazó al mayor, quien serio le acarició la espalda a su hermano, sintiéndose mal por ocultar lo que le había pasado, sintiéndose incluso un cómplice del abuso. 



miércoles, 2 de enero de 2013

Un error


Bill despertó decidido a hablar con su hermano. Se sacó las cobijas del cuerpo y lentamente caminó hacia la habitación de su hermano, en donde estaba la puerta abierta y él, estaba aún dentro de la cama, con las cobijas hasta el cuello, suspirando levemente. Bill no quiso salir de la habitación, por lo que entró más al fondo de la misma y tomó lugar en los pies de la cama, y observó a Tom dormir, dispuesto a quedarse ahí hasta que despertara. Aún era temprano, las ocho en punto de la mañana, y sabía que Tom no despertaba a esas horas, pero aún así no quiso desistir.
Se quedaba dormido cuando su hermano se sentó y lo miró realmente confundido; Bill levantó la mirada y sonrió aliviado cuando lo miró despierto, y antes de que Tom pudiera emitir alguna palabra o sonido cuestionarte, Bill sonrió, y se acercó a él, dispuesto a hablarle, aunque le costara más bien un huevo tener que pararse con valentía.
- Quiero hablarte.- había roto el hielo, y aunque a Tom le costara estar frente a su ahora extraño hermano, se quedó en silencio, dejándole hablar. –No quise besarte… bueno, sí quise… emm…- se lamió los labios, nervioso. –No quise besarte sin tu consentimiento, perdón… no voy a hacerlo otra vez, ¿sí?
- Ajá.
- ¿Le vas a decir a papá y mamá?
- Tengo que hacerlo.- la cara de Bill se deformó.
- ¿Por qué?
- Porque no es normal.
- Perdón, yo no sabía que no podía hacerlo.
- ¿Te gusto Bill?
- ¿Eh?
- ¿Te parezco… de alguna forma apuesto?- Bill se quedó en silencio, sin entender demasiado las palabras del mayor.
- ¿Que si me gustas para darte besos? ¿Así como me dijiste con (tu nombre)?
- Exacto. ¿Te parezco una persona para darle besos?
- ¿Eres mi hermano o no?- Tom se lo pensó un poco, conocía a su hermano.
- Eso no importa, sólo dime.- Bill bajó la mirada nervioso, jugando con sus uñas; de pronto sintió su respiración agitada y el corazón golpeándole el pecho. –Bill.- el menor levantó la mirada a los ojos de su hermano.
- Sí.
- ¿Sí qué?- de nuevo se produjo el silencio.
- Creo que sí eres lindo para darte besos.- Bill sonrió, y por otra parte, Tom se sintió completamente preocupado por su hermano. -¿Y yo, Tom?
- ¿Tú qué?
- ¿Te parezco lindo para darnos besos?
- Vamos, Bill.
- ¿Qué?, ¿sí o no?
- Somos hermanos.
- ¿Te gusto o no?- dijo Bill, molesto.
- No, no me gustas.- el menor bajó la mirada, decepcionado.
- ¿Estoy muy feo, Tom?- el de rastas entornó los ojos, cansado de Bill.
- No, no eres feo, ¿sí?, sólo no me gustas, a mí me gustan las mujeres, también deberían gustarte.
- Está bien…- bajó la mirada. – ¿Puedo… puedo darte un beso por última vez?
- No.
- Uno chiquito, en la mejilla.
- Dale, pero después te vas y jamás vuelvas a pedir una cosa así, ¿bien?
- Bien.
- Promételo.
- Lo prometo.- Tom asintió, y se quedó ahí, viendo como su hermano menor se aproximaba a su cara, con los ojos bien abiertos. Le besó en los labios, abriendo los suyos ampliamente; le apretó las mejillas a Tom, obligándolo a entreabrir levemente sus labios, suficiente para que la lengua de Bill entrara y pequeños gemidos salieran de sus labios. Tom le tomó el pecho a Bill, obligándolo a separarse, pero Bill, con más fuerza, se pegó a su hermano y siguió besando sus labios; bajó su delgada mano a los pantalones de su hermano y con poca dificultad llegó a su entrepierna, tocándola desde la base a la punta, concentrándose en ella.
- Hmm…- Tom sacó un gemido inconsciente, aún luchando porque el menor lo dejara en paz. –B-Bill… aléjate…hmm, ¡quítate!- Bill volvió a los labios de Tom, mientras bajaba los pantalones del mayor y lo dejaba a su completa vista, para darle placer con más facilidad. Bill quitó sus pantalones y obligó a Tom a abrir sus labios.
- Métetela…- Tom negó, desesperado.
- Déjame…hmmm ahfgg…- metió su pene en la boca de Tom y comenzó a moverse con delicadeza, ahogando a su hermano.
- Abre las piernas, Tom…- lucharon un poco, Tom dándole patadas a Bill en el estómago para alejarlo, y Bill, abriéndole las piernas, hasta darle enterrarle las uñas en los muslos, y Tom perdió esa pequeña batalla. Bill se lamió los dedos hasta dejarlos completamente empapados y los metió por la entrada de su hermano.
- ¡Bill...hmm, duele Bill...! Mierda… dejamee, por favor…- el dolor hizo más débil a Tom, sin contar la excitación forzada y que estaba adormilado. Bill sacó los dedos y con delicadeza buscaba con su pene en la entrada de Tom, quien se revolvió con miedo y rasguño la cara de Bill para que le dejase en paz. -¡Déjame!... por favor, Bill…hmm- el menor encontró la entrada y metió su pene sin avisarle, abriéndole la entrada a Tom para tener más capacidad de entrar. La cara de Tom estaba roja por completo, incluso lloraba del dolor, y temblaba, por lo que se veía incapaz de hacerlo parar. –Hmmm…ahh… ahhh, Bill… por favor… ¡Bill!
- Ahh, ahh…- se movía con rapidez, acariciando a su hermano, concentrándose en los testículos y el pene, masajeando. Tom se tapo la cara, gimiendo y gritando con dolor. –D-dime si así no te gusto, Tom… ¿te gusta, no?...hmm…
- ¡Déjame, Bill! hmmm ¡BILL!... por…por favor…- tomó fuerzas, e intentó gritar fuerte para que sus padres le escucharan y le ayudaran. -¡AYÚDENMEEEE!
- No grites… mírame, Tom… mírame…- le impresionaba la fuerza que tenía su hermano menor, le impresionaba que se viera incapaz de moverse bajo su peso. Bill salió de su hermano, quien se sentó para huir, pero Bill lo puso bocabajo, aplastándole con todo su peso. –hmm- le abrió el trasero a su hermano y comenzó a lamer su entrada, y meter dos de sus dedos ahí. –Estás sangrando, Tom… sólo un poco…hmm…- al escuchar eso, Tom se revolvió con fuerza.
- Déjame… por favor, hermano…- penetró a su hermano con la lengua y después se metió en la boca los testículos de Tom, succionándolos. –Hmmm ¡PAPÁA, MAMÁA!- sus gritos eran casi inútiles, pues se ahogaban en la almohada. Bill metió su pene de nuevo y comenzó a embestirle con fuerza.
- Ahh, Dime que te gusta, Tom… grita mi nombre otra vez…
- ¡MAMÁA!- le dio un manotazo en el trasero, molesto.
- El mío… no el de tu madre…- Tom tomó fuerza y se levantó en sus brazos, girando la cabeza para mirar a Bill. -¿por qué lloras, Tom?... hmm… ¿no te gusta?- Abrió los labios para tomar aire, y Bill metió su lengua en ellos. –Te vas a correr por mí, ¿verdad?
- Déjame… Bill, por favor, me lastimas…hmm- Bill apretó los testículos de Tom, tan fuerte, que le obligó a gritar. -¡AHHH!, ¡DÉJAME, POR FAVOR!... ¡ME DUELE!
- Te encanta…
- ¡DÉJAME! HMM ¡DEJAME!
- ¡Dios mío!- Bill se movía sobre Tom, eyaculando mientras gemía gravemente. Tom se revolvía y barreaba suplicando. Sacó el pene de su hermano y lo obligó a estar bocarriba frente a él. –Es tu turno…
- Por favor…- Tom le miró a los ojos, esperando que ya no le hiciera nada, pero Bill apretó el pene de Tom en sus manos un par de veces, haciéndole contraer el estómago. –Hmm…- besó la punta de su pene, lamiéndolo con lentitud para hacer que Tom se desesperara en el intento de correrse. –Bill… te lo suplico…- el menor metió dos dedos en los labios de Tom y después, los metió por su esfínter, masturbando mientras también penetraba con sus dedos. –AHH…mmhh B-Bill…por favor.- le acarició los testículos y después bajó para besarlos y lamerlos, mientras masturbaba con rapidez a Tom, hasta que logró correrse, manchando el cabello de Bill. –mmhh- sacó los dedos de su entrada y se alejó de Tom.
Miró que Tom lloraba y temblaba, mirándole con miedo; se puso la ropa interior, y Bill le imitó, cubriéndose los labios, confundido. Se acercó un poco a Tom, quien encogía sus rodillas hasta su pecho, abrazando su cuerpo con dolor; Bill tocó a su hermano, tímido.
- Tom… perdóname…- el mayor lo miró a los ojos, aún temblando; miró que Bill estaba completamente confundido, como si lo que acababa de hacer no fuera algo que habría hecho nunca, como si algo hubiera entrado en su cuerpo para hacerlo. –Yo… no llores, ¿sí?...
- Vete.- Bill asintió, y salió de la habitación sin decir una palabra, sin atreverse a mirar a su hermano por última vez.


- ¿Qué dices?- Tom se rasco la nuca y asintió.
- Bill no está bien ahora, (tu nombre), no sé qué es mejor para él.
- ¿Algo le pasó?- dijo preocupada, y Tom negó.
- No, él está estable, ¿entiendes?, sólo no sé si sea bueno que esté contigo. Lo digo por tu bien.
- Tom, me estás preocupando; dime qué tiene, ¿está enfermo?
- No, sólo ten cuidado con él, ¿sí?- se lamió los labios, concentrándose en su perforación. –Si tiene comportamientos raros, aléjate de él y llámame, ¿sí?- ella asintió, un poco más preocupada que antes.
- Eh, ¿qué hacen?- llegó Andreas, sonriendo.
- Platicando.- dijo ella, sonriendo igualmente. Andreas se sentó con ellos, y a los pocos segundos, llegaron Gustav y Georg.
- La maestra nos retuvo unos minutos, ¿están listos para irnos?- Tom se centró en sus pensamientos, mirando al pasto; no escuchaba a sus amigos, pensaba más en cómo decirle a sus padres lo que había pasado; también pensaba que era mejor callarlo, para así no lastimar más a su hermano o a (tu nombre). Se sentía confundido y asustado, tanto, que quizá prefería callárselo por algunos días, en lo que asimilaba lo que había pasada, en lo que terminaba de comprender cómo era que sus padres no le habían escuchado gritar. –Tom… ¡eh, Tom!- sacudió la cabeza y los miró.
- Mande.
- ¿Nos vamos?- él asintió y se levantó, caminando junto a ellos, sin escucharlos realmente. – ¿Bill no viene?- al escuchar el nombre de su hermano levantó la mirada, y miró a Georg.
- ¿Disculpa?- dijo con voz queda.
- Que si Bill no viene con nosotros.
- No, no… no.
- ¿Por qué no?, ¿han peleado?
- No es eso, es que… Bill me…sólo no viene…
- ¿Te sientes bien, amigo?- Tom asintió.
- ¡Sólo no quiero que Bill venga, ¿comprendes?! ¡No tiene que venir!
- Sólo fue una pregunta, tranquilízate.
- ¡No!- y siguió caminando lentamente.
Caminaron hasta llegar al restaurante en donde comerían y ahí estaban sentados, esperando a que llegara la comida que habían pedido. (Tu nombre) se percató de que Tom estaba más metido en él mismo que con ellos y decidió acercarse a él para hablar.
- Te ves terrible, ¿qué tienes, Tom?- él levantó la mirada hacia sus ojos y negó.
- Nada, tengo sueño.
- ¿Es por Bill?
- No.
- ¿Quieres decirme algo, Tom?- él se lo pensó; quizá (tu nombre) le comprendería y no le juzgaría, ni a Bill. Pero se acojonó un poco, porque quizá no lo haría.
- No, no, de verdad está todo bien.


Tom llegó a la casa, su madre le dio un beso  en la mejilla y él caminó al baño para lavarse las manos; al salir se encontró con su hermano, que lo miraba con miedo y arrepentimiento. No se atrevió a acercarse a él, sólo se conformó con mirarlo caminar al comedor y sentarse junto a él. La madre puso los platos frente a sus hijos y con una sonrisa, se sentó ella también.
- Su padre no podrá venir hoy.- los dos hijos asintieron. -¿Cómo te fue en el colegio, Tom?
- Bien, gracias. Fuimos a comer con mis amigos.
- Oh, ¿entonces no tienes hambre?- Tom asintió.
- No he comido.
- ¿Por qué no?
- No me apeteció.
- Pues me alegra, porque hice tu postre favorito.- Tom sonrió.
Después de comer, Tom se subió a su recámara y se echó en la cama, pensativo, volviendo a plantearse las opciones que tenía para arreglar lo pasado. Cuando Bill entró por la puerta y se quedó de pie frente a la cama, mirando a su hermano.
- Tom… ¿me escuchas?
- ¿Qué quieres?- preguntó con voz queda.
- No sé porqué lo hice…yo, no quise hacerlo, de verdad…
- Lo hiciste.
- Pero no sé por qué…- las lágrimas en los ojos del menor se presentaron, en su cara se veía el miedo y el arrepentimiento. Pero sobre todo el miedo y el temblequeo en su cuerpo. –Yo no fui, Tom… lo juro… yo no fui…- se echó a llorar, cubriéndose los ojos, y entonces, Tom se planteó otra posible opción: Decirle a su madre que su hermano se encontraba extraño, y así ayudaba a ambos.