lunes, 31 de diciembre de 2012

Un beso de confusión

Simone programó una cita familiar con la asesora de Bill en la capacitación, no se sentía muy segura de hacerlo, pero Jörg también quería hablar con la mujer para aclararse algunas cosas acerca de su hijo y su inmadurez. La madre preparaba la comida, estaba preocupada, pero siempre su familia iba primero que ella y sus preocupaciones; Así le gustaba y no iría a cambiarlo.
Los hermanos bajaron por las escaleras; Bill aún vestía sus pijamas y el cabello alborotado, mientras Tom, estaba perfectamente listo para salir. Simone llevó los platos a la mesa, y analizando a su hijo menor, se decidió a hacerle una pregunta.
- ¿Por qué no te has metido a bañar, Bill?- el menor la miró, serio, aún enojado.
- Porque no.
- Bueno, pues lo harás después de comer.- se dio la vuelta para regresar a la cocina, pero se detuvo al escuchar a su hijo renegar.
- No.
- ¿Cómo que no, Bill?, tienes que ir a la cita con tu asesora.
- ¡No quiero ir!
- Pues tendrás que ir, no te lo he preguntado.-  Bill se quedó en silencio, mirando con enojo como su madre se iba. El padre apareció en el comedor, y tomó asiento, sin comer, pues esperaba a su mujer. Cuando la madre apareció con una jarra de agua de frutas y se sentó, fue que comenzaron a comer todos, excepto Bill, quien miraba a su madre con tanta ira, que incluso llegaba a causarle incomodidad a Simone.
- ¿Por qué no comes, Bill? ¿Es que no tienes hambre?- preguntó el padre, y Bill, apartó la mirada de su madre para ponerla sobre la de él.
- No me gusta.
- ¡Ni siquiera lo has probado, Bill!- dijo Jörg, burlándose.
- Pues no me importa, no me gusta.- y apartó la mirada de su padre, para ponerla en la comida.
- Bueno, pues tienes que comer, iremos a la cita.
- ¡Yo no voy a ir!
- Oh, claro que iras. Venga, come.
- No.- el padre levantó la mirada.
- Come.- le dijo con más firmeza. Bill tomó el tenedor y lo aventó lejos de él.
- ¡No!
- Vas a comer, Bill, aunque sea con las manos. ¡Venga, rápido que nos tenemos que ir!
- ¡¡NO!!- el padre suspiró, cansado, y miró a su hijo con completo enojo.
- Métete eso a la boca.
- Voy a tomar una ducha.
- No, vas a comer antes.- Bill miró a los ojos de su padre, temblando de rabia; apretó los dientes y tomó el trozo de carne en sus manos, embarrándose la piel con los frijoles, la ensalada y los coditos que había en el plato; después, con furia, lo aventó al suelo, pisoteándolo.
- ¡QUE NO!- la madre y Tom miraron a Jörg, algo asustados, pues cuando le tocaban las pelotas, se las tocaban enserio, y se ponía como una bestia.  El padre se levantó de su asiento y se dirigió a Bill con pasos rápidos.
- No, amor, él aún no lo entiende, déjalo.- dijo Simone, defendiendo a su hijo de la furia de su esposo; pero Jörg no hizo caso alguno sobre la pequeña y débil advertencia de su mujer; tomó a Bill del brazo y lo obligó a salir de su lugar.
- ¡Déjame!- gritó Bill, tímido; pero el padre no escucho, y a rastras, lo obligó a caminar junto a él.
- Por favor, Jörg… ¡Jörg!- la madre miró a Tom con preocupación, mientras él, miraba a su madre también, pero confundido.
- S- suéltame…- dijo Bill, subiendo las escaleras con torpeza, pues trataba de zafarse del agarre de su padre, quien lo adentró a su recámara y de Simone, y cerró la puerta. Aventó a Bill en la cama, y se deshizo de su cinturón, golpeándole, hecho una furia.
- ¿¡Te crees que la comida es para desperdiciarla?!- Bill lo miraba serio. - ¿¡eh!?, ¿Te crees que para tu madre es tan fácil hacerla para que la estés pisoteando por una rabieta de crío?- Bill se levantó de la cama, dándole un empujón a su padre para salir de la habitación, pero Jörg lo jaló de sus cabellos y lo echó de vuelta a la cama.
- ¡ME LASTIMASTE!- el padre le hizo callar con un manotazo en la boca.
- ¡No grites, no te comportes como un crío!
- ¡Cállate, déjame en paz!- le regaló un par de golpes en su espalda con el cinturón, a lo que Bill respondió con quejidos adoloridos.
- ¡No puedes comportarte de esa forma!, ¡ya no eres un niño, Bill!
- ¡Tú no eres mi papá, ni siquiera te conozco, NO PUEDES PEGARME!- se levantó de la cama, enfadado y algo adolorido, empujando nuevamente a su padre para salir de ahí; esta vez Jörg le tomó los brazos y lo miró fijamente. -¡Déjame!
- Te vas a dar una ducha, y vas a venir con nosotros.- le dijo con firmeza, pero Bill negó.
- Yo no voy a ningún lado, ¡y menos con ustedes!- el padre, enfadado, le soltó un manotazo en la mejilla, uno que hizo a Bill sollozar cuando se erguió y miró a los ojos de su padre. Salió por la puerta y se dirigió a su habitación, cerrándole sin poner  el pestillo.

La madre subía las escaleras, preocupada, incluso un poco enojada con su esposo, por no haberla escuchado, y también, por maltratar a su hijo, cuando él perfectamente sabía que no estaba en buen estado para ser tratado mal por una persona que ni siquiera recordaba. Jörg la miró, serio, mientras se abrochaba el cinturón y caminaba hacia ella.
- ¿Nos vamos?- Ella se quedó en silencio, y negó.
- No tuviste que haberle golpeado.
- ¿¡Y entonces cómo iba a entender, Simone!? Siempre se comporta así, y tú le solapas todo.
- Quizá lo hago porque no me gustaría verle mal.
- ¿Y crees que a mí me gusta verlo así, simone?
- Pues no demuestras lo contrario.
- Ha tirado la comida al suelo y no le has dicho nada. ¡Te gritada y hasta golpeado! ¿Cuándo te vas a dar cuenta?
- No me tengo que dar cuenta de nada, yo sé que lo ha hecho, pero no sabemos el porqué de sus acciones, Jörg.
- ¿Y mientras las sepamos qué?, yo no voy a permitir que se comporte de esa forma.
- ¡Pero no es su culpa!
- No, y tampoco tuya.- guardó silencio, preocupada. -¿A qué hora nos iremos?
- Ahora mismo, sólo tomo mi bolso.- el hombre asintió y bajó las escaleras, encontrándose a su hijo mayor haciendo ademán de subir.
- Ya no subas, Tom, ahora nos vamos.
- Papá ¿puedo quedarme aquí?- el padre lo miró serio.
- ¿Para qué?
- Sólo quiero quedarme, en mi recámara.
- Bueno, entonces quédate.- Tom asintió y subió rápidamente a su recámara.


Ahora los padres se habían ido, y los hermanos se quedaron solos en la casa. Tom salió de su habitación y camino hacia la de su hermano menor, en silencio, queriéndole causar una sorpresa. Abrió la puerta, y se asombró al ver que no tenía puesto el pestillo, pues Bill –o al menos el Bill de antes- nunca se olvidaba del pestillo cuando estaba molesto. Lo miró, que estaba recostado en la cama, hecho bolita, sin llorar más.
- ¿Bill?- se acercó a su hermano, lentamente. -¿Estás dormido?- creyó que no escucharía una respuesta, pero al final, sí lo hizo.
- No.- y Tom tomó asiento en la cama, a su lado.
- Papá y mamá se han ido, ¿quieres salir conmigo?
- No, gracias…
- Vamos, saldremos con (tu nombre) y Georg.
- No quiero salir más con tus amigos, Tom… no me los banco.
- Oh, claro que sí, me dijiste que molaban.
- Pues cambié de opinión.
- Venga, que será divertido.- Bill se sentó, mirando a su hermano con lentitud.
- ¿Por qué yo soy William, Tom?, ya no quiero vivir aquí…
- Para eso era la cita a la que no quisiste asistir.
- Mi papá me pegó.
- Ya lo sé, pero así se pone siempre que se enoja o lo hacen enojar.
- ¿Se enojó porque no quise comer, Tom? ¿O por qué no quise ir a la cita?
- Supongo que por las dos cosas, pero ya no te preocupes más por eso. Mejor dime, ¿sí vienes conmigo?
- Mhh, no sé…
- Vamos, ¿sí?, quiero salir contigo.
- ¿Me quieres, Tom?- él frunció el entrecejo, con confusión.
- Pues sí… sí te quiero.
- ¿Enserio?
- Ajaam.
- ¿Mucho mucho?- Tom sonrió.
- Sí, demasiado, ¿por qué preguntas eso?- Bill negó.
- No lo sé.- sonrió con ternura y después miró a su hermano, que movía su perforación con su lengua. -¿Qué es eso?
- ¿Qué es qué?
- Esa cosita.- se arrastró hasta llegar a su hermano, y casi sobre él, tocó su perforación. –Esto.
- Emm, es una perforación.- Bill pasó su índice por el labio inferior de Tom y se lo tomó con delicadeza, para mirar por adentro. -¿Qué te pasa, Bill… eh?
- ¿No te duele?
- Ya no…
- ¿Tienes novia?
- No.
- ¿Nunca has tenido?
- Bueno… sí, ¿por qué?
- ¿La besabas?
- Bill, ¿te sientes… te sientes bien?- Tom estaba nervioso por la cercanía de su hermano, pero Bill ni siquiera tomaba mucho en cuenta el hecho de que estuvieran tan cerca. – Sí.- respondió a su pregunta.
- ¿Sí?, ¿y le dolía con tu cosita esa?
- No lo creo.
- ¿Cómo se siente besar, Tom?- Bill se alejó de su hermano y lo miró a los ojos.
- No lo sé, Bill, todos sienten distinto.
- ¿Cómo sentiste tú?
- Pues, no lo sé, Bill… normal, supongo.- el menor se acercó a su hermano y cerró los ojos; Tom se quedó petrificado, sabía lo que su hermano iba a hacerle. Bill entreabrió sus labios y los cerró sobre los de su hermano, volviéndolos a abrir al tiro; cuando Tom sintió su lengua, abrió los labios por instinto, pero al ser consciente de lo que había hecho, empujó a su hermano con una fuerza que no había medido, y el menor cayó de la cama, confundido. -¡¿QUÉ MIERDA HACES?!
- Te estaba besando… ¿está mal?
- ¡¿Que si está mal?!- Tom negó, molesto. -¿Pero tú estás loco o qué?
- En la televisión los hombres se besan, Tom.- se tomó la cara con furia.
- ¡Pero tú y yo somos hermanos, coño!, ¡No puedes besar a tu hermano así como si nada! ¡¿Qué te pasa!?- Bill se levantó del suelo y se acercó a Tom.
- No somos hermanos.
- Sí somos, Bill, y si no me recuerdas es porque estás enfermo, ¡pero somos hermanos!
- ¡No es cierto! ¡No estoy enfermo!
- Sí, si estás.- caminó a la puerta, y antes de salir lo miró. -¡No quiero que vuelvas a acercarte a mí de esa forma, incestuoso de mierda!- salió de la habitación, y Bill cerró la puerta al tiro, echándole el pestillo. No lloró; no solía hacerlo muy seguido, pero se quedó completamente confundido, ni siquiera alcanzaba a distinguir qué era lo que había hecho mal.
Se echó en la alfombra, tomando sus labios, limpiándolos de todo rastro de Tom, enojado; Encogió sus rodillas hasta su pecho y las abrazó con algo de miedo, negando para él mismo, escuchando voces fuera de su habitación que no alcanzaba a reconocer del todo, hasta que escuchó la de Tom.
- Él no va a venir con nosotros, tiene que quedarse para esperar a nuestros padres.- por el tono de su voz, Bill se dio cuenta de que aún seguía enfadado, y se cubrió los oídos, no parecía agradarle mucho que se enojaran con él por algo que creía estaba bien, era como borrarle toda consciencia de lo que él llamaba >>valores<<.
- No estoy enfermo, no estoy enfermo, no estoy enfermo.- apretó los ojos, respirando agitado; los sonidos a su alrededor se hicieron lejanos y con eco.


Toc-toc-toc
Bill abrió los ojos, aturdido, cuando se dio cuenta de que se había quedado dormido en el suelo; miró a la puerta y se levantó para abrirla. Ahí afuera estaban sus padres, mirándolo con seriedad; Bill imaginó que le hablarían acerca del beso que le había dado a su hermano, aunque, si tenía suerte, no lo harían y lo llamarían para la cena.
- Tenemos que hablar contigo, Bill.- dijo Simone, con seriedad.
- ¿De qué?
- Bueno, ¿por qué no te sientas primero?- Bill obedeció y se sentó en la cama, seguido de sus padres quienes se sentaron a los pies de la misma. –Hablamos con tu asesora.
- Uff…- los padres miraron a Bill con confusión, pero no hicieron pregunta alguna.
- Verás, tienes amnesia permanente.
- (Tu nombre) ya me dijo qué era Amnesia.
- ¿Enserio?
- Ajám.- sonrió.
- Bueno, pero nos dijeron que el golpe que te diste lastimó también una parte más de tu cerebro. La maduración cerebral.- Bill arrugó las cejas, sin comprender.
- ¿Y eso qué?
- Bill, tú no eres muy consciente de lo que haces, y tampoco de las personas que conoces o conociste. Nosotros somos tus padres y Tom tu hermano.
- ¿Pero por qué?
-  Pues…
- ¿Por qué no me acuerdo de ustedes?
- Bill, es por la amnesia.
- ¿Enserio son mis papás?- ellos asintieron. –Mhh… ¿y les tengo que llamar >>papás<< o les digo por su nombre?- ellos sonrieron ante la comprensión de su hijo.
- Como te plazca.- el menor asintió.
- ¿Y a Tom?
- Eso se lo preguntarás a él.- se quedaron en silencio, y después se miraron. –Bill, ¿estás bien?
- Sí.- pero no lo estaba, pues tenía a su hermano en la cabeza, tenía miedo de que Tom no pudiera comprender que había sido algo así como un accidente, tenía miedo de que se lo dijera a sus amigos o a (tu nombre), pero sobre todo, a sus padres.




sábado, 29 de diciembre de 2012

Verdades ocultas


Bill husmeaba en el closet, sacando esa ropa, en su mayoría negra o colores muertos. Dejó la ropa ahí y miró unos libros enormes, los cuales sacó del armario con cuidado y puso en el piso; se dejó caer de rodillas y se sentó en sus pantorrillas, tomando los libros en sus manos y abriéndolos lentamente; se quitó el cabello de la cara y se dio cuenta de que no eran libros, sino álbumes de fotografías. Miró lentamente las fotografías, analizando cada una. A veces le dolía la cabeza y se desesperaba demasiado al no poder recordar pequeñas cosas, pero concentrándose, pudo dar una conclusión.
- Es William.- se dijo a él mismo, y siguió mirando las fotos. -¿William es… es mujer?- dijo al mirar una fotografía, en donde llevaba puestas unas plataformas negras y maquillaje del mismo color. Se rascó la cabeza, confundido.
- ¿Qué haces, Bill?- dejó caer el álbum al suelo y se levantó rápidamente, deseando que su madre no lo hubiera pillado.
- Yo sólo… eh…- la madre sonrió ante la timidez de su hijo y se acercó a él, tomando los álbumes en sus manos. –M-miraba esas imágenes de William…
- Ah…- dijo casi en un susurro, mirando las fotografías; Bill se sentó a su lado, y lentamente le obligó a parar en la imagen donde él salía maquillado.
- Simone.- ella lo miró. – ¿William es una niña?
- ¿Una niña? ¿Por qué dices eso?- Bill apuntó a la imagen.
- Tiene pinturas en los ojos, ¡y mira esos zapatos!- ella bajó la mirada, sin poder creer lo que le decía su hijo, era irónico lo que pasaba sobre él mismo. La madre ni siquiera sabía cómo era que podía cambiar de opinión tan pronto acerca de su forma de vestir y tal. –Yo… perdón…
- No te preocupes, Bill.- ella sonrió. -Es hombre, le gustaba maquillarse y vestirse así. Yo opino que se ve lindo.- Bill torció los labios y la miró.
- Hmm se ve lindo.- Simone sonrió tiernamente, aguantándose una pequeña carcajada. –Simone, ¿está bien si te gusta un niño y eres niño?- la pregunta confundió a su madre, pero trató de responderle lo más cuerdo posible.
- Claro que está bien, Bill, ¿por qué?- Bill sólo negó. -¿Te gusta un niño?- el hijo bajó la mirada y lamió sus labios; Simone mordió los suyos, nerviosa, pero Bill negó.
- No, no me gusta nadie.
- ¿Estás seguro?
- Sip.- sonrió. –Tom quiere que me guste (tu nombre), y no sé por qué.
- Ella es muy bonita, ¿no te parece?
- Un poquito, muy, muuuy poquito.- sonrió, y la madre se carcajeó.
Mantuvieron un silencio, en el cual, Bill miraba a su madre serio, y se preguntaba cómo era que él se encontraba ahí. La realidad era que no comprendía nada de lo que pasaba desde que llegó a vivir ahí; sus capacidades no eran las mismas, y de un segundo a otro, se sentía diferente, se sentía menos que los demás, como si no le tomaran tan enserio, y lo peor de todo, era que se sentía perdido en un mundo que ni siquiera conocía.
- ¿Quién es mi mamá, Simone?
- ¿Qué?
- Mi mamá, ¿por qué no vivo con mi mamá?- ahí fue que la madre se dio cuenta de que había hecho todo mal desde el principio; Bill nunca tuvo que preguntar eso, en la capacitación le habían perjurado que Bill nunca tendría esas preguntas, que viviría como una persona “normal” y no tendrían problemas, pero se dio cuenta de que era una mentira.
- ¿Por qué me preguntas esto, Bill?- dijo preocupada; Bill bajó la mirada.
- Tom es feliz contigo… quiero tener a mi mamá para ser feliz con ella.
- ¿No eres feliz aquí?
- ¿En dónde vive mi mamá?
- Te he hecho una pregunta, Bill, ¿no eres feliz con nosotros?- se mordió las uñas, nervioso; no era que no estuviera feliz con ellos, sino que se sentía vacío, y una vez más, diferente a todos.
- Sí soy, pero quiero conocer a mi mamá.- Simone se levantó de la cama, y trató de apartar su mirada de la de su hijo.
- Es tiempo de ir por Tom, ahora vengo.- salió de la recámara, dejándolo solo, sintiéndose como una mala persona por haberla puesto en ese estado y hasta haberla hecho llorar.

Tom subía las escaleras, y decidió entrar a la recámara de su hermano, para aclarar algunas cosas de las que habían pasado la noche pasada. Lo encontró en su baño, secándose en cabello con una toalla y sonrió; se acercó a él, quien lo miró serio y dejó de mover la toalla en su cabeza.
- ¿Cómo lo pasaste?- preguntó el menor.
- Muy bien. A (tu nombre) le habría gustado que te quedaras.
- Mhh…- fue lo único que emitió antes de que Tom hablara.
- Mamá estaba algo enfadada cuando fue a por mí, ¿sabes por qué?
- Por mi culpa.- bajó la mirada, haciendo que Tom se confundiera un poco y le tomara de los hombros. –La hice llorar… perdóname, Tom… te prometo que no quería que eso pasara, es sólo que….
- ¿La hiciste llorar?, ¿por qué?
- Le dije que quería conocer a mi mamá.- Tom se quedó algo tieso.
- ¿A tu mamá?
- Ajá… sólo quiero verla, ¿por qué no me dejan, Tom?
- No sé, pero…- se rascó las rastas.
- ¡Bill, Tom, bajen a cenar!- ambos bajaron al tiro, sin decir una sola palabra, rápidamente, porque sabían que a Simone no le gustaba esperar.
Los tres comían en silencio, sin mirarse siquiera, cuando Jörg, llegó a la casa, mirándolos con una sonrisa. Simone, aún sentada en la mesa, miró a su esposo y sonrió levemente.
- Has llegado más temprano de lo usual.
- Quería venir a cenar con mi familia, aparte, hoy se inaugura la feria en la cuidad, y pensaba que podríamos ir todos juntos después de cenar.- su mujer lo miró seria.
- ¿A la feria tan tarde? Jörg, tus hijos tienen que dormir.
- Oh, Simone, son las ocho en punto.
- Y tus hijos duermen a las diez.- Bill y Tom se miraron, riendo levemente.
- A ellos les gustaría más divertirse una noche, ¿no es así, hijos?- ambos asintieron. –Bueno, ¿entonces qué dices?- la madre aceptó a regañadientes, y Jörg, con una gran sonrisa, se sentó en el comedor para cenar con su familia.

Al terminar de cenar, Bill y Tom subieron a sus respectivas recámaras para alistarse, mientras Simone y Jörg aún tomaban la cena con calma. Bill, en lugar de tomar su ropa, caminó a la recámara de su hermano y se sentó en su cama, con seriedad, hasta que tom lo pillo y confundido dejó de entre buscar sus cosas en el armario.
- ¿Qué pasa?
- Tom, ¿por qué tu papá nos dijo >>hijos<< a los dos?
- Emm, bueno pues…
- ¿Es mi papá también?- sonrió ampliamente, y sumamente esperanzado. –Sí es mi papá, ¿verdad, Tom? Por eso me dijo que era su hijo también.
- ¿Por qué no se lo preguntas a él?
- Sí, sí, ¿me acompañas?
- ¿Sabes?, mejor me visto y te alcanzo.- Bill asintió con una sonrisita y salió de la habitación de su hermano, bajando las escaleras. Jörg ya regresaba de ayudar a lavar los trastos a su mujer, y Bill se acercó a él.
- Hola.- le saludó, y su padre sonrió, acariciándole el cabello.
- ¿Qué necesitas, Bill?
- Hacerte una pregunta, ¿puedo?
- Claro que sí.- Bill se rascó el cuello, algo apenado.
- Emm…- miró a su padre a los ojos, y sonrió. -¿Quién eres?- el padre frunció el entrecejo, confundido. -¿Eres mi papá?
- Claro que soy tu papá, ¿Quién si no?
- ¡¿Sí eres mi papá¡?
- Sí, Bill.- su sonrisa se agrandó demasiado, y le dio un abrazo fuerte, el mismo que Jörg le contesto, algo confundido. -¿por qué haces esas pregunta, eh?- Bill no contestó, sino que se quedó serio pensando otra pregunta más que hacerle.
- Y sí tú eres mi papá… ¿entonces dónde está mi mamá?- Jörg dejó de abrazar a Bill y lo miró con una seriedad qué más que confundido, se encontraba algo preocupado.
-¿Tú madre?- Bill asintió, inocente, sin comprender la razón por la que su padre se ponía en ese estado. –Pues…
- ¿En dónde está?, sólo quiero saber de ella.
- Bill, tu madre es Simone.
- ¿Simone es mi mamá?
- Por supuesto, ¿entonces quién creías que era?- Bill retrocedió, negando lentamente.
- ¿S-Simone es mi mamá?- volvió a preguntar, mirando a su madre que limpiaba la mesa con seriedad.
- Claro que sí, ella es tu madre.- negó con más fuerza, algo asustado.
- ¡No es cierto!- simone los miró, y preocupada, se acercó a su hijo y su esposo.
- ¿Qué es lo que pasa?
- ¡Tú no eres mi mamá!, ¡tú eres la mamá de Tom, tú no eres la mía!
- Bill, cálmate un poco; entiéndelo, ella es tu madre.
- ¡NO!
- Jörg, déjame hablar con Bill.
- Simone, ¿qué le has dicho al niño?- dijo enfadado, y Simone, sólo negó.
- No le he dicho nada.- los ojos de Bill extrañamente se llenaban de lágrimas, no podía comprenderlo, estaba desesperado e incluso algo enojado.
- ¡¿Y ENTONCES POR QUÉ NO RECUERDO NADA DE TI!?- Simone se tomó el pecho, deshecha.
- Bill, escúchame, tú tienes amnesia, pequeño, tú no recuerdas nada de tu pasado, por eso no recuerdas nada de tu mami.
- ¿A-amnesia? ¿Eso qué es?
- Jörg, estás llevando las cosas muy rápido, tú hijo aún no sabe, ¡para eso va a la capacitación!
- Si no se lo digo ahora, tú seguirás mintiéndole.
- ¡Yo no le he mentido!
- ¡¿Qué es amnesia!?-  gritó el menor. -¿Estoy enfermo?...
- No, Bill, no estás enfermo, sólo no recuerdas nada. Simone es tu madre y tienes que tratarla como tal.
- ¡Ella no es mi mamá… yo no la vi nunca!
- Billy… William no es el hermano de Tom, William eres tú, tú eres él, mi amor.
- ¿Qué?- dijo confundido. -¡Yo no soy William!
- Tu hermano se inventó el nombre, ese niño eres tú.- Dijo su madre.
- ¡No es cierto!, ¡no es verdad!- se salió corriendo a su recámara, escuchando como Jörg y Simone se gritaban el uno a otro. Se escondió bajo las cobijas y cerró sus ojos, queriendo que todo eso hubiera sido una pesadilla o algo que se le pareciera.


Todo había cambiado al siguiente día, Bill había dejado de hablar con sus padres, ahora sólo lo hacía con su hermano, aunque ahora sólo pronunciaba menos de cinco palabras. Se sentía triste, y mucho más confundido que antes.
Ese día (tu nombre) y él habían salido, a Bill le había costado un poco aceptar, pero al final, con la ayuda de Tom, los dos salieron juntos a caminar por el centro de la ciudad. Iban silenciosos, no tenían algo de qué hablar, ni siquiera se miraban a la cara; pero Bill tuvo un tema de conversación en el cual los dos tenían mucho que ver, a pesar de que ellos, al menos para Bill, no se conocían.
- ¿Sabes quién soy?- ella lo miró, confundida, después de todo, Tom no le había dicho nada de lo que había pasado. Simplemente no se creía que Bill pudiera hacer tantas preguntas a todos.
- Pues sí, eres Bill.- sonrió; Bill asintió.
- ¿Y sabes quién es William?
- El hermano de Tom, ¿no es cierto?- Bill volvió a asentir, analizando cada palabra de su nueva pero a la vez vieja amiga.
- ¿Te pregunto?
- Adelante.- jugó con sus manos unos segundos antes de preguntar, pensándose si realmente era una buena idea que le preguntase o no. Pero termino por hacerlo.
- ¿Me has mentido?
- Creo que no llevamos mucho conociéndonos, no creo que te haya mentido.
- ¿Enserio?
- Ajá.
- Jörg, me dijo que Simone era mi mamá, me dijo que William no existía y que ese imbécil en las fotografías era yo… ¿tú sabes algo?
- Bill…
- ¿Lo sabes o no?
- Bueno, no creo que yo sea la indicada para decirte.
- ¡No, sí eres la indicada! ¡Hay fotografías, (tu nombre)! ¡Fotografías de ti con ese William donde están besándose!
- Vamos, ¿por qué no hablas mejor con tu mamá?
- ¡Porque no la conozco!- ella se puso nerviosa.
- Con Simone.
- ¿Sabes qué es amnesia?- preguntó tímido.
- Sí.
- ¿Qué es?
- La pérdida incompleta o total de la memoria. Es cuando no recuerdas, o desde tu pasado ó sólo algunos momentos de tu vida pasada.- Bill se tomó la cabeza, a punto de echarse a llorar de desesperación. –Bill…
- Mi papá me dijo que yo tenía eso… que por eso no recordaba a mi mamá…
- No te pongas así, mejor habla con ellos.
- ¿Cómo le hago para recordar todo otra vez?- ella hubiera sonreído causa de su inocencia e ignorancia, pero no lo hizo, porque Bill estaba desesperado.
- No se puede, Bill.
- ¿Por qué?
- Pues, es por el cerebro, es como una máquina cuando la reinicias.
- Entonces… tú y yo sí nos conocemos, ¿verdad?...
- No…- mintió.
- ¡Dime la verdad!, ¡tú y yo ya éramos amigos… o novios… o no sé…!
- Vamos, tranquilízate un poco.- se jaló el cabello, desesperado.
- Quiero regresar a casa… quiero irme de aquí…
- Ahora le llamo a mi madre para que venga, ¿sí?- Bill sólo asintió, y se sentó lejos de ella, en el suelo. –Ven, ¿sí?, no te pongas triste.
- Yo no quiero ser William… yo soy Bill… ni siquiera sé...- se quedó en silencio.
- Tranquilo.
La madre de (tu nombre) llegó por ellos; saludó a Bill, quien serio, sólo fingió una sonrisa y se viró a la ventana, completamente rabioso por ser preso de una mentira que para él era terrible. No habló por todo el camino, ni siquiera agradeció que la mujer le llevara de vuelta a su casa. Cuando Simone abrió la puerta principal, sonrió con ternura al ver s u hijo, pero lo que Bill hizo, fue darle un empujón en el estómago, mirándola con odio.
- ¿Qué te pasa, Bill?- dijo la madre, molesta; él sólo negó y salió al jardín, tragándose las lágrimas de rabia que se tenía guardadas por todo el camino.
Se sentía tan mal cuando intentaba recordar algo de su pasado, y ni siquiera recordaba lo más estúpido. Estaba empezando una vida nueva, sin el recuerdo de su infancia o su familia, se sentía terriblemente solo e indiferente.


jueves, 27 de diciembre de 2012

Confusión


Tom y su hermano están sentados en la recámara del mayor; después de que sus dos amigos se fueron, Bill tenía muchas preguntas que hacerle, y Tom ya lo sabía, incluso estaba ansioso por escucharlo, pero Bill guardaba silencio indeciso, sentía mucha vergüenza al hablarle.
- ¿Qué te parecieron mis amigos? Molan ¿no?- Bill asintió. -¿Es que no sabes hablar o qué te pasa? Siempre estás tan callado, ¿te pasa algo?- el menor bajó la mirada, aún más tímido que antes y negó.
- Sí sé hablar.- le miró a los ojos.
- ¿Y entonces por qué nunca lo haces?
- Me gusta estar en silencio.- sonrió, y Tom ladeo la cabeza.
- Creía que venías a mi recámara para platicar conmigo.
- Bueno… sí, quiero preguntarte cómo se llama tu hermano el que está con (tu nombre) en la imagen.- Tom palideció y se rascó la nuca con nerviosismo.
- Se llama… William… sí, William.- Bill asintió y después miró a su hermano.
- ¿Y dónde está? Quiero verle.
- No se podrá, él… ya no vive aquí, ya sabes, está lejos, con los abuelos.
- ¿Tus abuelitos?
- Sí.
- ¿En dónde viven?
- Hamburgo.- el menor se quedó en silencio. -¿Te pusiste celoso de él, Bill?- preguntó Tom en tono burlón.
- ¿Celoso?
- Sí, te agrada (tu nombre) ¿no?
- Sí, me agrada.
- ¿Te gusta?, ¿quieres darle besos?- rió levemente, y Bill arrugó las cejas, confundido.
- No, no quiero darle besos.
- ¿no te parece linda?
- Nop.- Tom se puso serio completamente.
- ¿No?- el menor negó.
- ¿Tú sí quieres darle besos?- el de rastas no contestó si no después de unos segundos, pensando que no podía ser real lo que decía. -¿Tom?
- No, no quiero, pero… sí me parece linda, para ti.
- ¿Cómo que para mí?
- Creo que se te perforó la parte de razonar también.- dijo Tom riendo, y el pelinegro ladeo la cabeza.
- ¿Eh?
- Oh… quiero decir, a ti te gusta ella, ¡debe gustarte ella!
- ¿Por qué?
- No sé.- se quedaron en un silencio profundo, ninguno de los dos se miraba a la cara.
- ¿Simone no quiere a Bill, Tom?- el mayor levantó la mirada.
- ¿Por qué dices eso?
- Porque vive con tus abuelitos,  y tú vives con tus papás.- se quedó razonando sus propias palabras unos segundos, y después añadió. –O puede ser que se fue allá para estudiar.
- Eso deberías preguntárselo a tu madre.- Bill bajó la mirada, y comenzó a jugar con sus uñas, tímido, sin saber exactamente qué decirle.
- Bueno… no sé quién es mi mamá…- Tom se cubrió los labios, maldiciéndose a él mismo en su mente.
- Creía que ya considerabas a Simone como tu mamá.- Bill no dijo una palabra.


Dos días transcurridos. Le habían quitado el yeso y la venda a Bill, el doctor dijo que había tenido una recuperación perfecta. Tom tenía vacaciones de un par de semana, y ahora, Tom tenía una reunión con sus amigos, en la cual, le pidieron que Bill asistiera, aunque él, no estaba muy seguro de querer ir; aún era muy tímido incluso con jörg y Simone. Con Tom era distinto, pues pasaban todas las tardes juntos, aunque la timidez no se la podía quitar con nadie, a veces sentía diferente, y no porque lo tratasen como tal, pues no lo hacían, sino que lo sentía porque había cosas tan fáciles como escribir, que el no podía hacer correctamente, porque no sabía quién era o de donde venía, ni siquiera en las capacitaciones se sentía a gusto.

- ¿Entonces vas a ir con Tom o no?- le preguntó su madre, mirando a su hijo que tenía la mirada baja y jugaba con sus dedos.
- No sé… no conozco a nadie.
- Conoces a Andreas y  (tu nombre), y los otros son una pasada, te aseguro que te caerán perfecto.- Bill sonrió ante la afirmación de su madre, y después asintió.
- Bueno.- la madre sonrió.
- Me alegra. Entonces te esperamos abajo, baja cuando estés listo.
- Gracias, Simone.- su madre se puso seria de pronto, odiaba que su propio hijo la tratara como a una completa desconocida, le dolía.


En la casa de Georg, Bill estaba sentado en la sala, solo, completamente indiferente, pues se sentía apenado. Lo habían recibido bien, perfectamente para precisar; después de todo eran amigos, y le extrañaban a pesar de todo; pero Bill no se sentía a gusto, todos hablaban de las aventuras en el colegio, insultaban a sus profesores y Bill, ni siquiera sabía de qué hablaban todos.
(Tu nombre) vio una forma fácil de acercarse a él, y caminó lentamente a la sala, sentándose junto a él. Bill la miró, completamente confundido, pero ella sonrió amigablemente.
- ¿Por qué no estás con nosotros?
- No sé.- mintió.
- No te preocupes, a mí también me aburren sus charlas.- ambos rieron.
- En la casa de Tom hay una imagen tuya con su hermano William.
- ¿William?- Bill asintió.
- ¿Te gusta William?
- No.- sonrió.
- ¿Y Tom?
- ¿Tom?- Bill asintió.
- Ajám.
- No, no me gusta Tom.
- Oh…¿qué te pasa?- preguntó algo preocupado, por la mirada de (tu nombre).
- Nada, ¿por qué lo dices?
- Pues… no sé, te ves triste.
- Nada de eso, estoy bien.- Bill sólo asintió. – veo que eres muy tímido, eh.
- ¿Tímido?... ¿por qué?
- O quizá no tienes mucho que decir.- él bajó la mirada.
- Entonces prefiero eso.- sonrió tiernamente. –Simone me lleva a capacitaciones.- ella rió al saber que eso fue un cambio repentino.
- ¿De qué?
- No sé.- sonrió avergonzado. –Pero nadie me cae bien ahí.
- Eso no puede ser, ¿por qué?
- Hay señores y señoras y sólo hay alguien como yo.
- ¿Y por qué no le hablas?
- Pues…
- ¿Te da pena?- Bill negó, pero después de unos segundos asintió.
- Alguito.- ella sonrió.
- ¿Algún día irás a la escuela?- preguntó esperanzada.
- Simone me dijo que mi escuela eran mis capacitaciones.
- Oh…- Bill se quedó mirándola por unos largos segundos, analizando cada centímetro de su cara y sus manos, le parecía extraño, era como si nunca en su vida hubiera visto a una persona como ella, y se sentía fascinado, creía que ella era algo fuera de lo normal, algo incluso celestial, pero incluso él mismo borró esa posibilidad de su cabeza. A pesar de que no recordaba nada, tenía algo claro: nunca se enamoraría de algo tan superficial.
Gustav se acercó a ellos y Bill levantó la mirada para mirarlo, sintiéndose en menos de un minuto, completamente apenado; Gustav sonrió, pero Bill se hundió en sus hombros, a lo que su amigo se puso confundido y se acercó un poco más.
- Subiremos a la recámara, ¿quieren venir?
- Claro.- se levantó (tu nombre) del asiento y después, ambos miraron a Bill con seriedad.
- ¿Vienes?
- ¿Y Tom?- dijo algo asustado al no verlo en donde se encontraba antes, y Gustav sonrió.
- Está en la habitación, también subió con Georg y Andreas.- entonces se levantó del sofá rápidamente para subir con su hermano.
La habitación era muy grande, y desprendía un olor bastante agradable para Bill, quien miraba todo con ojo crítico, pero en realidad se sentía emocionado de conocer un lugar así. Pasó por enfrente de la televisión, y se percató de muchos retratos; miró de uno en uno, hasta parar en una donde salía él con Georg. Le costó un poco reconocerlo, pero tomó el retrato y se acercó a ellos, que estaban sentados en la cama de Georg.
- ¡Mira Tom, conoce a William! ¿De dónde lo conoces? ¿También es tu amigo?- le preguntó al de ojos verdes, quien serio, miró la fotografía y mordió sus labios, angustiado. -¡Es el hermano de Tom! ¿Sí es él, Tom? ¿Verdad que es él?- todos en la habitación guardaron silencio, dejando a Bill hundido en su propia vergüenza.  Guardaron silencio porque para ellos aún era impresionante que ni siquiera se reconociera a él mismo. Tom se acercó a él, y tomándolo por los hombros, le hizo salir de la habitación con él.
- Bill…- el menor levantó la mirada a los ojos del mayor y lamió sus labios.
- ¿Ese no era William o qué?
- Quizá sólo no deberías ponerte tan eufórico cuando hablas de él.
- ¿Por qué?- Tom se mordió los labios, pensándose alguna excusa perfecta para que Bill lo comprendiera.
- Es que…lo extrañan, supongo.
- ¿Le extrañan?- Tom asintió. -¿No les gusta que hable de él, Tom?
- Les gusta, pero… no sé, sólo no te pongas así.
- Tom, ya no quiero estar aquí… llámale a Simone…- bajó la mirada, se sentía tan apenado que lo que menos quería era estar cerca de todos ellos.
- Oh, vamos- le tomó la quijada a su hermano y lo obligó a que le mirase. -, ¿Es por lo que pasó?
- …No…
- Ellos no te dirán nada, enserio.
- No quiero quedarme más…
- Bueno, entonces ahora le llamo a mamá.- Tom se sacó el móvil de sus pantalones y llamó a su madre, mientras Bill miraba un cuadro extraño en el pasillo, hasta llegar a una puerta de madera, en donde se detuvo indeciso, pero al final regresó junto a su hermano. –Ya le llamé, dijo que vendrá, pero hay que entrar a la recámara mientras viene.- Bill negó. –Sí, vamos.- Tom le tomó la mano y entraron de nuevo ahí.
Las miradas de los cuatro se puso en Bill, quien apenado, tomaba un lugar en la alfombra, lejos de la cama, en donde estaban todos. Georg miró a Tom confundido, que con una miradilla, le dijo que todo estaba bien con él. Bill jugaba con los dobladillos de su pantalón, mirando a los amigos de su hermano, sintiéndose excluido de alguna forma.
- Bill, ¿quieres quedarte a dormir aquí?- preguntó Tom, haciendo la pregunta por Georg; él se apenó aún más cuando miró que todos le veían y escuchaban, pero ni siquiera eso le hacía quitarse la vergüenza que se tenía por lo pasado.
- Quiero ir con Simone y el señor, quiero irme, Tom…
- ¿El señor?- Bill asintió.
- El novio de Simone…- dijo bajando la mirada. Tom lo miró serio, y algo enfadado, no le podía entrar a la cabeza que Bill ni siquiera supiera que él era su padre.
- Bill, él es tu…- silenció sus propias palabras. –Se llama Jörg.
- ¿Jörg?-asintió; Bill se quedó pensándolo por unos segundos. –Quiero ir con ellos.
- Vamos a divertirnos aquí, Bill, te prometo que será divertido.- le dijo Georg.
- No… quiero irme…
- Vamos, Bill, no te pongas así sólo por lo de mi hermano.- dijo Tom.
- Me quiero ir, Tom… no quiero estar aquí… quiero volver a tu casa…
- Bien, entonces mamá vendrá por ti.
- ¿Vas a quedarte?
- Pues sí, yo sí quiero estar aquí, Bill.- el menor asintió y bajó la mirada. –No te molestes.
- No me molesté, Tom…


Simone había llegado, y pronto, Bill salió de la casa, siendo víctima de la mirada confundida de su madre. Tom le dijo que se quedaría y la madre le dio el permiso; tomó a Bill de los hombros y se metieron en el auto rápidamente. En el transcurro del viaje, el menor miró a su madre y preguntó.
- ¿Por qué William se fue a casa de los abuelitos de Tom?- Simone le miró.
- ¿William?
- El hermano de Tom.
- Emm… no lo sé, Bill, ¿por qué?
- Sólo preguntaba…- Simone se quedó seria el resto del viaje; estaba confundida y algo molesta con Tom por confundir a su hermano de esa forma.
Al llegar a la casa, Bill se subió a su habitación y durmió, pensando en su hermano. Simone, por la mañana, habló con los de la capacitación de Bill acerca de lo de “William”, quería cerciorarse de que hacía las cosas bien con su hijo; después de todo no quería que Bill viviera a costa de mentiras. Cuando cortó la llamada, subió las escaleras, dirigiendo sus pasos a la recámara de su hijo menor, quien aún dormía tranquilamente; se sentó un momento, observándolo, con el pecho apretujado al saber que una decisión, hizo que su vida cambiara completamente.