Un accidente

      Aunque no lograra reconocerte, me enamoraría de ti por segunda vez. El amor no respeta nada ¿no?, ni siquiera imposibles.

           

            Jörg regresó temprano en la noche, pretendía tener tiempo para cenar con su familia.

            Su trabajo como médico no le permitía estar mucho tiempo en su casa, pero por suerte, esta vez llegó a tiempo para la cena; siempre solía cenar en soledad, pues llegaba tan tarde, que su familia estaba en lo más profundo de sus sueños. Pero esta vez, apenas ponían la mesa sus dos hijos de dieciséis y diecisiete años. Él se quedó de pie, mirándolos a ambos, y se sintió angustiado porque sus hijos habían crecido lo suficiente para ser algo más independientes, y él, no había pasado mucho tiempo con ellos.

            Bill levantó la mirada para mirar a su padre de pie frente a ellos, y tocó el hombro de Tom, quien respondió al tiro y miró hacia donde Bill apuntaba. Tom sonrió ampliamente, y entró a la cocina con saltitos alegres; después salió Simone, con la cara iluminada, y sonriente, se acercó a Jörg para darle la bienvenida a su primera cena familiar después de la última navidad.

            Se sentó en la mesa, y saludó a sus hijos con una enorme sonrisa.

            - ¿Cómo les ha ido en el instituto?- Tom levantó la mirada con una sonrisilla en sus labios, pero Bill, se encogió en sus hombros y siguió esperando impaciente a su madre.

            - He salido del equipo de baloncesto, me aburrió demasiado.- Simone llegó con la comida, y Tom, al tiró tomó su plato para echarle comida.

            - ¿Y a ti, Bill?- escondió su cara con su cabello, y tomó la jarra de limonada, sin prestarle atención.

            - Venga, Bill, que tu padre te está hablando.

            - Bien, me ha ido bien.- contestó en tono cansino, y hasta cierto punto, tímido.

            - ¡Claro que le va bien, papá!, siempre está de besitos con su novia.- se carcajeó, pero al contrario, Jörg levantó la mirada con asombro.

            - ¿Tienes una novia, Bill?, ¿desde cuándo?- él sonrió, pero una vez más, Bill enterró su mirada en el Picasso detrás de Tom en la pared.

            - ¡Un año!- gritó, Tom. –Se llama (tu nombre), creo que es de Berlín  y se mudó aquí; pero Bill nunca la trae a casa, dice que no le gusta, lo que pienso es que le da vergüenza.

            - Tom, le están preguntando a tu hermano, no a ti.- dijo simone, y Tom, entornó los ojos y comenzó a cenar.

            - Sólo quería ayudar.- dijo enfadado.

            Cuando la cena había terminado, todos se levantaron de la mesa, lavaron los trastos, y Jörg, se acercó a su mujer.

            - Tengo que ir al hospital a recoger unos resultados, volveré pronto.

            - Está bien.- ella sonrió.         

            - ¿Puedo ir contigo?- ambos voltearon hacia esa débil y algo fática vocecita; era Bill, serio frente a sus padres. Jörg miró a su esposa, cuestionante, pero ella asintió casi enseguida.

            - Vamos.- dijo él, sonriendo, y Bill sólo asintió, abrazándose a su libreta que siempre llevaba a todos los lugares y nunca prestaba a nadie.

            Al llegar al hospital, Bill esperó a su padre sentado en la sala de esperas, mirando con profunda seriedad a las pocas personas que dormían ahí, y a otras, que mantenían rosarios entre sus manos, con lágrimas secas en las mejillas. Pudo mirar como un par de médicos sacaban una camilla de una habitación y en ella, había un hombre que al parecer dormía con una mascarilla de oxígeno; quiso acercarse para escuchar lo que decían, pero en cambio, sacó su libreta y comenzó a dibujar lo que miraba, con paciencia.

            Cuando su padre regresó con una carpeta en sus manos, se quedó de pie a un lado de Bill, mirando fascinado la facilidad que él tenía para dibujar algo así tan rápido. Bill sintió la mirada de su padre, y lo miró con vergüenza, aunque su cara no mostraba algo más que la inexpresividad. Regresaron al auto, y Jörg miró a su hijo con algo de confusión.

            - ¿Te pasa algo, Bill?- y él, sólo negó. -¿Entonces por qué estás tan callado?

            - No.

            - Me pones preocupado, tú no eres así. Ni siquiera me dijiste que tenías pareja.

            - Porque no te importa, a nadie debería importarle.

            - Pues a mí sí que me importa, eres mi hijo.

            - ¿De verdad te importa?- en su tono de voz más bien parecía estarle retando, pero lo que Bill sentía, eran esperanzas de que su respuesta fuera un “sí”.

            - Claro que sí, ¿qué piensas? ¿Que me paso todo lo que me dices?

            - Sí, eso creí.- su padre sonrió.

            - Entonces estás equivocado. Vale, es que ni sabía que seguías haciendo esos dibujos tan interesantes.- Bill se puso colorado. 

            El hospital estaba casi al otro extremo de la ciudad, por lo que tenían que pasar por una carretera angosta; a Bill le fascinaba pasar por ahí y mirar los árboles, aunque  por la noche, lo único que le gustaba era bajar la ventanilla y sentir el viento helado en su cara. Él estaba tan sumido en el mundo que siempre llevaba en su menté, que cuando su padre hizo sonar el claxon un sin par de veces, no lo había escuchado, pero la luz cegadora le hizo mirar al frente y después mirar a su padre con miedo, que también lo miraba a él.

            Lo último que sintió fue un gran golpe en el pecho, y miró a su padre al parecer inconsciente; pero un sonido fuertísimo lo hizo asustarse demasiado, y al sentir su cabeza siendo algo así como perforada, ni siquiera le dio tiempo para quejarse, pues su mirada oscureció y la consciencia se le fue al segundo.

                                         

Bueno, debo hacer una aclaración: el nombre de la fic es una frase que me encontré por ahí, no es mía, pero tampoco sé de quien es. Si alguien sabe quien la escribió, por favor díganme para ponerle créditos.
Muchas gracias por leer, comentar etc. ¡Tengan un hermoso día!