Simone y Tom caminaron rápidamente hasta
el doctor que les había hecho la llamada; él está serio, mirándolos a
ambos.
-
¿cómo están?- preguntó ella, preocupada, mientras Tom sólo escuchaba con
seriedad.
- El hombre estuvo inconsciente por una
hora entera; ahora está despierto y le están haciendo estudios. Por otra parte
sólo sufrió de una leve fractura en la columna y el cuello; las demás heridas
son superficiales.- ella suspiró aliviada.
- ¿Y mi hijo?- él doctor negó.
- Está consciente, pero se ha dado un
fuerte golpe en la cabeza, le ha perforado el cráneo.- ella comenzó a temblar,
mientras Tom, se mordía los labios con saña. –Lo revisaremos cuando se ponga
mejor.- la madre asintió, preocupada, y los dos juntos se sentaron en la sala
de espera.
- ¿Nos quedaremos aquí toda la noche?-
preguntó Tom.
- Supongo que sí.
- No iré a la escuela, ¿verdad?- dijo
con una enorme sonrisa, que más que emoción, la ponía para calmar a su madre.
- Eso creo, al menos por dos días,
después irás.- se cruzó de brazos y bufó.
…
Al siguiente día, por la mañana, el
doctor se acercó serio a la madre, con su hijo aún durmiendo sobre sus piernas.
Ella, esperando una nueva noticia, sonrió.
- Buenos días, ¿sabe algo de mi hijo?-
sonrió.
- El está en buen estado físico, salvo
una pierna rota.- Simone sonrió, feliz. –Pero, hemos estado haciéndole algunas
preguntas y no puede contestarnos. Ni siquiera sabe cómo se llama o de dónde
viene; creemos que se trata de Amnesia.- ella se mordió los nudillos y negó.
- ¿Amnesia?, Eso significa que él…- se
le cortaron las palabras de sólo imaginar lo que pensaba. –él no sabe quién
soy…
- Aún es joven y puede tener
capacitaciones.- se cubrió la cara con sus manos y negó, echándose a llorar con
más fuerza. –Pero necesitamos que usted entre a mirarlo.
- ¿Para qué?- dijo enojada.- ¡Él no va a
reconocerme!- dijo, creía que todo esto se trataba de una broma.
- Eso es lo que queremos ver, puede no
tratarse de Amnesia permanente.- la madre no se lo pensó, y asintió, apartando
con delicadeza el cuerpo de su primer hijo, y caminando hacia la habitación
donde el segundo se encontraba, desayunando con ayuda de una enfermera.
Se acercó a él, y Bill, casi sin
pensarlo, la miró con seriedad, pero aún ella no pensaba que no la reconocería,
pues últimamente Bill siempre la miraba de esa forma. Al menos para ella no era
algo nuevo. La madre sonrió y le tomó las mejillas, a lo que Bill respondió con
una mirada perturbadora y bastante confundida.
- ¿Cómo te sientes, mi amor?, sabes
quién soy, ¿no?- Bill quitó las manos de simone de su cara, y la miró por unos
segundos, quizá tratando de recordarla, pero al final, habló.
- No.
- ¿No?, ¿no sabes quién soy?- la madre
comenzó a temblar, sintiéndose de pronto como una mierda. Bill la miró a los
ojos, sintiéndose de alguna forma mal al mirarla así.
- No, no sé ¿debería saberlo?- preguntó con completa inocencia.
- Soy tu mamá, Bill…soy mamá…- las cejas
de Bill se arrugaron, quiso preguntar algo más, pero los doctores se llevaron a
Simone para calmarla. -¡ÉL NO ME RECUERDA!- gritó, y los doctores, serio,
intentaron darle palabras de aliento.
- Se puede poner mejor, le haremos unos
estudios y después podrá…
- ¿¡Si es permanente entonces por qué
puede hablar y razonar!?- la obligaron a sentarse para poderle explicar bien lo
que sucedía, pues después de todo no era tan malo lo que a su hijo menor le
pasaba.
- Las habilidades de habla y escritura,
están en otra parte del cerebro, el golpe no estuvo ahí, gracias a Dios, si no
su hijo no podría ni siquiera caminar.- ella se quitó las lágrimas, y en algún
recoveco muy dentro de ella, agradeció que nada de eso lo había pasado a su
hijo.
- ¿Nunca podrá recuperar la memoria?-
preguntó esperanzada.
- Lamentablemente no, su hijo volverá a
empezar con su vida.
- ¿Mi esposo lo sabe?
- Su esposo está ahora en perfecto
estado, podría irse en unos días, y me gustaría decírselo hoy por la tarde,
ahora está en medicación.- ella asintió.
- ¿Amnesia?- abrió los ojos, asustado.
-¿Mi hermano no sabe quién soy?- su madre asintió, seria. –Eso…- se mordió los
labios, nervioso. -¿Lo llevaremos a casa o se quedará hasta recuperarse?-
Simone lo miró incrédula, aunque Tom no lo comprendió mucho.
- Aunque él no te recuerde, sigue siendo
tu hermano, Tom.
- Sí, pero… ¿y si no le apetece
hablarme? ¿y si me odia?
- No creo que él lo haga, Tom, son
hermanos…quizá…dentro de él haya algo que le haga quererte.
- ¿Y si no?- la madre le tomó las manos
a su hijo, apretándolas con delicadeza.
- Intentaremos hacer todo porque tu
hermano nos quiera como lo hacía antes.- Tom asintió, nostálgico.
Tom lo odiaba. Odiaba la idea de que su
hermano había olvidado todo lo que habían pasado juntos por dieciséis años, ni
siquiera podía hacerse la idea de tener que tratarlo como a un crío, tener que
incluso presentarse con él como si fueran un par de extraños; odiaba también el
hecho de que tenían que acostumbrarle a que su nombre era Bill. Se preguntaba
cómo lo tomaría (tu nombre), quizá no querría estar más con él, tal vez se le
haría una pérdida de tiempo tener que volver a empezar con él.
Una semana después, Bill estaba listo
para irse del hospital; Jörg, al escuchar la noticia, cayó en un silencio
terrible, sentía que había sido su culpa todo, y se enojó tanto con el destino,
gritaba que él había hecho que el otro carro chocara en el lado donde él
estaba, que había tratado de proteger a Bill, y al final, fue Bill quien sufrió
más que él.
La madre entró en la habitación de su
pequeño hijo, en donde él esperaba sentado en la camilla, vestido, con la
pierna enyesada y la cabeza cocida; habían sido cuatro puntadas, pero al fin se
encontraba estable, mirando a su madre sin saber qué era lo que hacía realmente
ahí de pie, mirándolo con angustia. Un Doctor se acercó a ella, y le guió lejos
de su hijo.
- Ha estado en pequeñas capacitaciones;
por ahora él sabe que tiene que irse con usted.- la madre asentía. –Hay lugares
en donde orientan a personas con amnesia, ahí será como su escuela, ¿entiende?-
el doctor sacó un pedazo de papel y apuntó la dirección del lugar y el número
telefónico, después se lo pasó a sus manos temblantes y ambos sonrieron.
- Muchas gracias, doctor.
- No hay de qué.
Bill, inseguro, caminó tras su
desconocida madre, moviendo las muletas con un poco de dificultad. Para él era
como ver el mundo por primera vez en sus dieciséis años; incluso el reflejo de
la luz del sol en la puerta principal le cegó un poco, y cerró los ojos, hasta
un poco asustado. Miró a su padre y a su hermano, como si fueran unos completos
desconocidos, y por instinto, se ocultó un poco detrás de la persona en la que
había empezado a nacer una mínima confianza: su madre. Jörg lo miró deshecho,
con ganas de echarse a llorar; y Tom, lo miró serio, queriéndole hablar con
ansias, pero sabiendo que si lo hacía, podría asustarlo y hacerle querer
cambiar de opinión respecto a ir con ellos.
- Aquí es donde dormirás- le dijo
Simone, mostrándole su recámara, con una sonrisilla fingida; Bill miró de
esquina a esquina el nuevo lugar donde dormiría, le pareció lindo, y sólo
asintió. –Bueno, te dejo para que…- guardó silencio al ver a su hijo sentado en
la cama, mirando una fotografía suya con seriedad; ella se asombró, creía que
recuperaba la memoria, pero se decepcionó al ver que con la misma seriedad que
llevaba siempre, la colocó de nuevo en la mesita.
Cuando su madre se fue, y Bill se
cercioró de que ya estaba lejos, cerró la puerta, y echó el pestillo como un
reflejo. Se sentó en la cama, y con impaciencia, abrió los cajones; miró todas
esas fotografías que había de él con una mujer. Quizá no se reconocía a él
mismo causa de que no se había mirado en el espejo en una semana entera, o tal
vez, sólo quería borrar cualquier opción de que así fuera. Siguió buscando más
adentro, y encontró algunas pulseras y barnices de uñas negros, grises y unos
cuantos blancos; encontró también algunos libros de historia y un par de
novelas, las cuales tomó en sus manos y hojeó hasta una hoja, la cual comenzó a
leer sin siquiera prestarle mucha atención al escrito. Cerró el libro, y lo
dejó a un lado, le parecía algo aburrido, parecía que no le gustaba leer en lo
absoluto.
Toc-Toc-Toc
Bill miró a la puerta, asustado, y se
acercó para abrirla rápidamente; ahí se encontró con Tom, y retrocedió con
miedo. Tom le sonrió amablemente, llevando en sus manos, lo que parecía, era un
libro; él pasó a la recámara, y se sentó en su cama; Bill lo miró confundido, y
se recargó en la puerta, pretendiendo estar lo más cerca de Tom posible.
- Linda tu habitación, ¿ah?- sonrió el
de rastas. –Mira aquí, siéntate a mi lado.-
el pelinegro se lamió los labios, inseguro.
- ¿Q-Quién eres?- Tom, a pesar de que no
le causaba mucho agrado que Bill no le reconociera o se acordara de él, sonrió
y se presentó.
- Soy Tom, ¿y tú?- Bill se acercó a él,
sentándose a su lado en la cama.
- La señora que me trajo dijo que soy
Bill.-sacó la primera sonrisa.
- Esa señora es nuestra mamá.- dijo Tom,
algo molesto, y Bill, se confundió mucho más de lo que ya estaba.
- ¿Por qué?
- ¿Sabes? Olvídalo. Mira lo que te
traje.- le mostró el libro que tenía y se lo pasó a sus delgadas manos. Bill lo
abrió y comenzó a ver esos dibujos a carboncillo, no alcanzaba a comprenderlos
del todo, incluso, en algunos se preguntaba qué eran o por qué estaban ahí. A
Bill no pareció llamarle mucho la atención, y lo cerró, volviendo a la
fotografía que había en la mesa de noche; se la mostró a Tom.
- ¿Quién es?- dijo apuntando a la
persona que estaba junto a él en la fotografía.
- Tu novi… es (tu nombre), una amiga.-
dijo Tom, y Bill asintió, mirándola. –Es bonita, ¿no?- su hermano menor no
respondió, sólo se quedó mirando la fotografía, serio.
- ¿Quién es?- volvió a preguntar, pero
esta vez, apuntándose a él mismo.
- Es mi hermano… es igual a ti.
- ¿A mí?- Tom asintió, y lo guió al gran
espejo que tenía dentro de su armario, uno de cuerpo completo.
- Mírate.- se miró de pies a cabeza,
tocó sus pequeños y ya casi invisibles moretones en su cara, y retrocedió para
mirarse mejor, después, caminó a la cama y tomó la fotografía y analizó su
cuerpo y el de la fotografía, y miró a Tom, cerrando la puerta del armario. -
¿Y?
- No.
- ¿No?, ¿qué dices?, ¡son idénticos!
- No, no se parece a mí.- para Tom era
irónico, hasta gracioso, pero aún así no dijo nada, porque Bill ni siquiera lo
recordaba.
- Es hora de cenar.- dijo Simone, en el
umbral de la puerta. Tom caminó hacia su madre, y susurró.
- No recuerda nada.- se puso serio, y
bajó las escaleras. Mientras tanto, la madre miró a su pequeño hijo, que veía
la fotografía, intentando buscar algo parecido entre el Bill de la fotografía y
el Bill que la miraba.
- ¿Qué tienes?- levantó la mirada de la
imagen con miedo, y negó, dejando la fotografía en su lugar. -¿Te gusta la
fotografía?
- Tom dice que me parezco a él.- apuntó
la fotografía. –No me parezco, ¿verdad?
- No; quiero decir, tú eres mejor que
él.- Bill no sonrió, sino que ladeó la cabeza, confundido.
- ¿Cómo te llamas?
- Simone.- dijo con la voz temblante.
- ¿Por qué lloras?- la madre sonrió y
tendió su mano para que Bill se acercara. Y lo hizo, pero indeciso.
- No lloro, ¿por qué no bajamos a
cenar?, ¿tienes hambre?- asintió. –Pues vamos.
En la mesa, su madre y su hermano no le
quitaban la vista de encima; les podría parecer tierno que no supiera usar
correctamente los cubiertos o que hiciera muecas con cada sabor, pero en el
fondo sentían algo de impotencia, al recordar que él ya era casi independiente,
y ahora, era casi como un crío.
- No es así, mira, imítame.- le dijo
Tom, pegándole con el codo en el brazo levemente. Uso los cubiertos mientras
Bill analizaba sus movimientos e intentaba imitarlos. –Ahora lo cortas con
este.- su hermano lo imitó, pero el cuchillo se le resbaló de las manos, a lo
que Tom rió levemente.
- Tom, no le presiones. Él sabe cómo
hacerlo, tal vez es por la anestesia.- Tom no dijo una palabra, sabía que de
alguna forma su madre quería deshacerse de la culpa por medio de cosas
absurdas.
Llegó la hora de dormir, y Tom acompaño
a su hermano para darle su pijama y ayudarle por lo de su pierna.
- Ten aquí, tu pijama.- Bill la tomó y
le echó un vistazo antes de colocársela; Tom lo miraba atentamente, no quería
hacerlo, pero su madre ahora no estaba muy bien.
- Desabrocha tu pantalón.- el menor lo
miró completamente confundido, pero no duró más de unos segundos cuando lo
desabotonaba y bajaba hasta comenzar el yeso. Tom se hincó frente a él y le
tomó el resorte del pantalón, bajándolo con delicadeza, pero Bill le pateó en
el pecho con la pierna buena y retrocedió, asustado y apenado. –Eh, ¡intento
ayudarte!
- No.
- Mamá me lo pidió.
- ¿Simone?- asintió, y entonces Bill se
dejó ayudar. Al terminar, Tom se levantó de la alfombra y dejó que Bill
cambiara solo su playera.
- Hace frío, métete a la cama pronto.-
él obedeció y deshizo la cama. El mayor le ayudó a sacar su pierna por las
mantas. –Así dormirás, dice… Simone… que es lo mejor para ti.
6:30am. Bill se despierta con el ruido
que hace su hermano al otro lado de la pared, en su recámara, y prende la
lámpara de mesa, toma sus muletas y camina hacia la recámara. Ahí se encuentra
con Tom en ropa interior, cambiándose la ropa con tranquilidad, con una toalla
en la cabeza. Él se da la vuelta y ve que su hermano menor lo mira serio, y se
estremece un poco.
- ¿Qué haces despierto, Bill?
- Me despertaste.- dijo con completa
sinceridad. -¿A dónde vas?
- Al instituto.- él asiente sin comprenderlo
mucho, y se queda mirando el cuerpo semidesnudo de su hermano. -¿Quieres
acompañarnos?- le pregunta el mayor, a lo que el menor se da un estirón y
asiente.
Al terminar de desayunar, Simone lleva a
su par de hijos al instituto, pero Bill sólo mira salir a Tom del auto, sin él
bajar, pues es lo que su madre le ha dicho. De regreso se queda en silencio,
mirando el amanecer rojizo por la ventana, y después mira a su madre, serio, y
algo apenado por hablarle.
- Yo también quiero ir, Simone.- la
madre le echa un rápido vistazo y sonríe.
- También irás, pero no ahí, irás a una
capacitación.
- ¿Qué es eso?
- Es como un instituto, pero conoces a
personas más agradables.- dijo para animarlo. Bill sonrió.
Al llegar a casa Bill subió y se echó en
la cama de nuevo para dormir.
Tom regresó del instituto junto a (tu
nombre) y Andreas, que querían ver a Bill, pues apenas sabían la noticia, Tom
no había querido decirles antes porque su madre se ponía terrible al escuchar
que su hijo no recordaba nada de su pasado o identidad.
Se sentaron los tres en la sala, y
Simone se acercó a ellos después, llevándoles un par de platos con botanas y
vasos con refrescos; los amigos de Tom agradecieron y después, Simone tomó las
llaves del auto y miró en su muñeca su reloj.
- Tom, iré a
recoger a Bill.
- ¿A dónde?
- La capacitación.- Tom lo
recordó y asintió.
- Bien.- sonrió, y Simone salió
por la puerta, seria y algo preocupada por saber cómo le había ido a su hijo
menor.
Al llegar ahí, Bill esperaba
sentado, lejos de los demás, con la mirada en el suelo, moviendo su pierna
buena, ansioso. Su madre se acercó a él y le acarició el cabello; fue
suficiente para que Bill levantara la mirada nervioso y la reconociera al
instante.
- Simone.- emitió, y su madre
sonrió.
- ¿Cómo te fue?- ayudó a que se
levantara y tomara sus muletas.
- Bien.
- ¿Estuvo divertido, Bill?-
caminaban lentamente hasta el auto.
- Bueno… no demasiado, creo que
no les caigo bien.- la madre lo miró con pena. Bill siempre había tenido algo
de problemas con eso de la sociabilidad, y al parecer, eso le seguía pasando.
- ¿Pero les has hablado?- Bill
negó. –Pues ¿qué esperas?, podrían ser buenos amigos.- No contestó, tan sólo
abrió la puerta del auto y entró, al igual que su madre. –En casa hay un par de
personas que quieren verte.
- ¿A mí?, ¿por qué?
- Quieren conocerte, no sé,
pueden ser amigos.- asintió.
- ¡Bill!- gritó Andreas,
levantándose del sofá para acercarse a él; pero Bill retrocedió tímido y serio,
entonces comprendió que su comportamiento no podía ser el mismo de antes, y
trató de remediarlo. –Soy Andreas, pero puedes llamarme Andy.
- ¿Cómo sabes que soy Bill?
- Eh… Tom me lo ha dicho.- Bill
asintió. –Ella es (tu nombre).- miró en dirección a ella y entrecerró los ojos,
acercándose un poco a ella, quien estaba sonriendo falsamente. Bill ladeó la
cabeza, y después miró a Tom.
- ¿(Tu nombre)?- ella asintió.
– ¿Es ella, Tom? La de la imagen con el que dices que se parece a mí.- Tom
sonrió.
- Sí, es ella.- Bill sonrió,
mirándola encantado.
- Yo soy Bill.
- Qué bonito nombre.- dijo
ella, aunque por dentro se sentía morir, pues no la recordaba, después de un
año siendo novios.
Tom tomó la mano de (tu nombre)
y la llevó lejos de su hermano y su amigo, la miró a los ojos y ella se echó a
llorar levemente; Tom sólo la miró serio y trató de consolar sus sollozos.
- ¿Lo pensaste?- preguntó él.
- Sí, bueno… él no recuerda
nada y… yo lo quiero demasiado…
- ¿Entonces sí?- preguntó él
esperanzado. Ella asintió.
- Sí, sólo espero que él no
cambie de opinión, ya sabes, que piense que yo no soy…
- No va a pensar eso.- dijo
Tom, silenciándola; ella sonrió.
- Bueno, yo si quiero
continuar.
- Me alegra oír eso; seguro
haces feliz a Bill aunque no lo sepa.
woow! no pude comentar antes porque no pude utilizar el ordenador, pero la nueva fic está genial (como siempre jeje)
ResponderEliminarcuidate un beso y feliz navidad!! :)
u-u Mierdo! no recuerda, pero estoy segura que saldrá adelante(: &&' (Tu Nombre) si quiere continuar, eso me alegra c:
ResponderEliminarBuen Capítulo ... cuídate, sube pronto... Chao, Chao!