Simone programó una cita familiar con la asesora de Bill
en la capacitación, no se sentía muy segura de hacerlo, pero Jörg también
quería hablar con la mujer para aclararse algunas cosas acerca de su hijo y su
inmadurez. La madre preparaba la comida, estaba preocupada, pero siempre su
familia iba primero que ella y sus preocupaciones; Así le gustaba y no iría a
cambiarlo.
Los hermanos bajaron por las escaleras; Bill aún vestía
sus pijamas y el cabello alborotado, mientras Tom, estaba perfectamente listo
para salir. Simone llevó los platos a la mesa, y analizando a su hijo menor, se
decidió a hacerle una pregunta.
- ¿Por qué no te has metido a bañar, Bill?- el menor la
miró, serio, aún enojado.
- Porque no.
- Bueno, pues lo harás después de comer.- se dio la
vuelta para regresar a la cocina, pero se detuvo al escuchar a su hijo renegar.
- No.
- ¿Cómo que no, Bill?, tienes que ir a la cita con tu
asesora.
- ¡No quiero ir!
- Pues tendrás que ir, no te lo he preguntado.- Bill se quedó en silencio, mirando con enojo
como su madre se iba. El padre apareció en el comedor, y tomó asiento, sin
comer, pues esperaba a su mujer. Cuando la madre apareció con una jarra de agua
de frutas y se sentó, fue que comenzaron a comer todos, excepto Bill, quien
miraba a su madre con tanta ira, que incluso llegaba a causarle incomodidad a
Simone.
- ¿Por qué no comes, Bill? ¿Es que no tienes hambre?-
preguntó el padre, y Bill, apartó la mirada de su madre para ponerla sobre la
de él.
- No me gusta.
- ¡Ni siquiera lo has probado, Bill!- dijo Jörg,
burlándose.
- Pues no me importa, no me gusta.- y apartó la mirada de
su padre, para ponerla en la comida.
- Bueno, pues tienes que comer, iremos a la cita.
- ¡Yo no voy a ir!
- Oh, claro que iras. Venga, come.
- No.- el padre levantó la mirada.
- Come.- le dijo con más firmeza. Bill tomó el tenedor y
lo aventó lejos de él.
- ¡No!
- Vas a comer, Bill, aunque sea con las manos. ¡Venga,
rápido que nos tenemos que ir!
- ¡¡NO!!- el padre suspiró, cansado, y miró a su hijo con
completo enojo.
- Métete eso a la boca.
- Voy a tomar una ducha.
- No, vas a comer antes.- Bill miró a los ojos de su
padre, temblando de rabia; apretó los dientes y tomó el trozo de carne en sus
manos, embarrándose la piel con los frijoles, la ensalada y los coditos que
había en el plato; después, con furia, lo aventó al suelo, pisoteándolo.
- ¡QUE NO!- la madre y Tom miraron a Jörg, algo
asustados, pues cuando le tocaban las pelotas, se las tocaban enserio, y se
ponía como una bestia. El padre se
levantó de su asiento y se dirigió a Bill con pasos rápidos.
- No, amor, él aún no lo entiende, déjalo.- dijo Simone,
defendiendo a su hijo de la furia de su esposo; pero Jörg no hizo caso alguno
sobre la pequeña y débil advertencia de su mujer; tomó a Bill del brazo y lo
obligó a salir de su lugar.
- ¡Déjame!- gritó Bill, tímido; pero el padre no escucho,
y a rastras, lo obligó a caminar junto a él.
- Por favor, Jörg… ¡Jörg!- la madre miró a Tom con
preocupación, mientras él, miraba a su madre también, pero confundido.
- S- suéltame…- dijo Bill, subiendo las escaleras con
torpeza, pues trataba de zafarse del agarre de su padre, quien lo adentró a su
recámara y de Simone, y cerró la puerta. Aventó a Bill en la cama, y se deshizo
de su cinturón, golpeándole, hecho una furia.
- ¿¡Te crees que la comida es para desperdiciarla?!- Bill
lo miraba serio. - ¿¡eh!?, ¿Te crees que para tu madre es tan fácil hacerla
para que la estés pisoteando por una rabieta de crío?- Bill se levantó de la
cama, dándole un empujón a su padre para salir de la habitación, pero Jörg lo
jaló de sus cabellos y lo echó de vuelta a la cama.
- ¡ME LASTIMASTE!- el padre le hizo callar con un
manotazo en la boca.
- ¡No grites, no te comportes como un crío!
- ¡Cállate, déjame en paz!- le regaló un par de golpes en
su espalda con el cinturón, a lo que Bill respondió con quejidos adoloridos.
- ¡No puedes comportarte de esa forma!, ¡ya no eres un
niño, Bill!
- ¡Tú no eres mi papá, ni siquiera te conozco, NO PUEDES
PEGARME!- se levantó de la cama, enfadado y algo adolorido, empujando
nuevamente a su padre para salir de ahí; esta vez Jörg le tomó los brazos y lo miró
fijamente. -¡Déjame!
- Te vas a dar una ducha, y vas a venir con nosotros.- le
dijo con firmeza, pero Bill negó.
- Yo no voy a ningún lado, ¡y menos con ustedes!- el
padre, enfadado, le soltó un manotazo en la mejilla, uno que hizo a Bill
sollozar cuando se erguió y miró a los ojos de su padre. Salió por la puerta y
se dirigió a su habitación, cerrándole sin poner el pestillo.
La madre subía las escaleras, preocupada, incluso un poco
enojada con su esposo, por no haberla escuchado, y también, por maltratar a su
hijo, cuando él perfectamente sabía que no estaba en buen estado para ser
tratado mal por una persona que ni siquiera recordaba. Jörg la miró, serio,
mientras se abrochaba el cinturón y caminaba hacia ella.
- ¿Nos vamos?- Ella se quedó en silencio, y negó.
- No tuviste que haberle golpeado.
- ¿¡Y entonces cómo iba a entender, Simone!? Siempre se
comporta así, y tú le solapas todo.
- Quizá lo hago porque no me gustaría verle mal.
- ¿Y crees que a mí me gusta verlo así, simone?
- Pues no demuestras lo contrario.
- Ha tirado la comida al suelo y no le has dicho nada.
¡Te gritada y hasta golpeado! ¿Cuándo te vas a dar cuenta?
- No me tengo que dar cuenta de nada, yo sé que lo ha
hecho, pero no sabemos el porqué de sus acciones, Jörg.
- ¿Y mientras las sepamos qué?, yo no voy a permitir que
se comporte de esa forma.
- ¡Pero no es su culpa!
- No, y tampoco tuya.- guardó silencio, preocupada. -¿A
qué hora nos iremos?
- Ahora mismo, sólo tomo mi bolso.- el hombre asintió y
bajó las escaleras, encontrándose a su hijo mayor haciendo ademán de subir.
- Ya no subas, Tom, ahora nos vamos.
- Papá ¿puedo quedarme aquí?- el padre lo miró serio.
- ¿Para qué?
- Sólo quiero quedarme, en mi recámara.
- Bueno, entonces quédate.- Tom asintió y subió
rápidamente a su recámara.
Ahora los padres se habían ido, y los hermanos se
quedaron solos en la casa. Tom salió de su habitación y camino hacia la de su
hermano menor, en silencio, queriéndole causar una sorpresa. Abrió la puerta, y
se asombró al ver que no tenía puesto el pestillo, pues Bill –o al menos el
Bill de antes- nunca se olvidaba del pestillo cuando estaba molesto. Lo miró,
que estaba recostado en la cama, hecho bolita, sin llorar más.
- ¿Bill?- se acercó a su hermano, lentamente. -¿Estás
dormido?- creyó que no escucharía una respuesta, pero al final, sí lo hizo.
- No.- y Tom tomó asiento en la cama, a su lado.
- Papá y mamá se han ido, ¿quieres salir conmigo?
- No, gracias…
- Vamos, saldremos con (tu nombre) y Georg.
- No quiero salir más con tus amigos, Tom… no me los
banco.
- Oh, claro que sí, me dijiste que molaban.
- Pues cambié de opinión.
- Venga, que será divertido.- Bill se sentó, mirando a su
hermano con lentitud.
- ¿Por qué yo soy William, Tom?, ya no quiero vivir aquí…
- Para eso era la cita a la que no quisiste asistir.
- Mi papá me pegó.
- Ya lo sé, pero así se pone siempre que se enoja o lo
hacen enojar.
- ¿Se enojó porque no quise comer, Tom? ¿O por qué no
quise ir a la cita?
- Supongo que por las dos cosas, pero ya no te preocupes
más por eso. Mejor dime, ¿sí vienes conmigo?
- Mhh, no sé…
- Vamos, ¿sí?, quiero salir contigo.
- ¿Me quieres, Tom?- él frunció el entrecejo, con
confusión.
- Pues sí… sí te quiero.
- ¿Enserio?
- Ajaam.
- ¿Mucho mucho?- Tom sonrió.
- Sí, demasiado, ¿por qué preguntas eso?- Bill negó.
- No lo sé.- sonrió con ternura y después miró a su
hermano, que movía su perforación con su lengua. -¿Qué es eso?
- ¿Qué es qué?
- Esa cosita.- se arrastró hasta llegar a su hermano, y
casi sobre él, tocó su perforación. –Esto.
- Emm, es una perforación.- Bill pasó su índice por el
labio inferior de Tom y se lo tomó con delicadeza, para mirar por adentro.
-¿Qué te pasa, Bill… eh?
- ¿No te duele?
- Ya no…
- ¿Tienes novia?
- No.
- ¿Nunca has tenido?
- Bueno… sí, ¿por qué?
- ¿La besabas?
- Bill, ¿te sientes… te sientes bien?- Tom estaba
nervioso por la cercanía de su hermano, pero Bill ni siquiera tomaba mucho en
cuenta el hecho de que estuvieran tan cerca. – Sí.- respondió a su pregunta.
- ¿Sí?, ¿y le dolía con tu cosita esa?
- No lo creo.
- ¿Cómo se siente besar, Tom?- Bill se alejó de su
hermano y lo miró a los ojos.
- No lo sé, Bill, todos sienten distinto.
- ¿Cómo sentiste tú?
- Pues, no lo sé, Bill… normal, supongo.- el menor se
acercó a su hermano y cerró los ojos; Tom se quedó petrificado, sabía lo que su
hermano iba a hacerle. Bill entreabrió sus labios y los cerró sobre los de su
hermano, volviéndolos a abrir al tiro; cuando Tom sintió su lengua, abrió los
labios por instinto, pero al ser consciente de lo que había hecho, empujó a su
hermano con una fuerza que no había medido, y el menor cayó de la cama,
confundido. -¡¿QUÉ MIERDA HACES?!
- Te estaba besando… ¿está mal?
- ¡¿Que si está mal?!- Tom negó, molesto. -¿Pero tú estás
loco o qué?
- En la televisión los hombres se besan, Tom.- se tomó la
cara con furia.
- ¡Pero tú y yo somos hermanos, coño!, ¡No puedes besar a
tu hermano así como si nada! ¡¿Qué te pasa!?- Bill se levantó del suelo y se
acercó a Tom.
- No somos hermanos.
- Sí somos, Bill, y si no me recuerdas es porque estás
enfermo, ¡pero somos hermanos!
- ¡No es cierto! ¡No estoy enfermo!
- Sí, si estás.- caminó a la puerta, y antes de salir lo
miró. -¡No quiero que vuelvas a acercarte a mí de esa forma, incestuoso de
mierda!- salió de la habitación, y Bill cerró la puerta al tiro, echándole el
pestillo. No lloró; no solía hacerlo muy seguido, pero se quedó completamente
confundido, ni siquiera alcanzaba a distinguir qué era lo que había hecho mal.
Se echó en la alfombra, tomando sus labios, limpiándolos
de todo rastro de Tom, enojado; Encogió sus rodillas hasta su pecho y las
abrazó con algo de miedo, negando para él mismo, escuchando voces fuera de su
habitación que no alcanzaba a reconocer del todo, hasta que escuchó la de Tom.
- Él no va a venir con nosotros, tiene que quedarse para
esperar a nuestros padres.- por el tono de su voz, Bill se dio cuenta de que
aún seguía enfadado, y se cubrió los oídos, no parecía agradarle mucho que se
enojaran con él por algo que creía estaba bien, era como borrarle toda consciencia
de lo que él llamaba >>valores<<.
- No estoy enfermo, no estoy enfermo, no estoy enfermo.-
apretó los ojos, respirando agitado; los sonidos a su alrededor se hicieron
lejanos y con eco.
Toc-toc-toc
Bill abrió los ojos, aturdido, cuando se dio cuenta de
que se había quedado dormido en el suelo; miró a la puerta y se levantó para
abrirla. Ahí afuera estaban sus padres, mirándolo con seriedad; Bill imaginó
que le hablarían acerca del beso que le había dado a su hermano, aunque, si
tenía suerte, no lo harían y lo llamarían para la cena.
- Tenemos que hablar contigo, Bill.- dijo Simone, con
seriedad.
- ¿De qué?
- Bueno, ¿por qué no te sientas primero?- Bill obedeció y
se sentó en la cama, seguido de sus padres quienes se sentaron a los pies de la
misma. –Hablamos con tu asesora.
- Uff…- los padres miraron a Bill con confusión, pero no
hicieron pregunta alguna.
- Verás, tienes amnesia permanente.
- (Tu nombre) ya me dijo qué era Amnesia.
- ¿Enserio?
- Ajám.- sonrió.
- Bueno, pero nos dijeron que el golpe que te diste
lastimó también una parte más de tu cerebro. La maduración cerebral.- Bill
arrugó las cejas, sin comprender.
- ¿Y eso qué?
- Bill, tú no eres muy consciente de lo que haces, y
tampoco de las personas que conoces o conociste. Nosotros somos tus padres y
Tom tu hermano.
- ¿Pero por qué?
- Pues…
- ¿Por qué no me acuerdo de ustedes?
- Bill, es por la amnesia.
- ¿Enserio son mis papás?- ellos asintieron. –Mhh… ¿y les
tengo que llamar >>papás<< o les digo por su nombre?-
ellos sonrieron ante la comprensión de su hijo.
- Como te plazca.- el menor asintió.
- ¿Y a Tom?
- Eso se lo preguntarás a él.- se quedaron en silencio, y
después se miraron. –Bill, ¿estás bien?
- Sí.- pero no lo estaba, pues tenía a su hermano en la
cabeza, tenía miedo de que Tom no pudiera comprender que había sido algo así
como un accidente, tenía miedo de que se lo dijera a sus amigos o a (tu
nombre), pero sobre todo, a sus padres.